Un concierto pone fin a la acampada del Pla del Palau contra la guerra
"Estoy triste porque me voy, pero contenta por la gente que he conocido, el trabajo que hemos hecho y las ganas de continuar que tenemos". Al igual que hicieron sus compañeros, Roser Blasco, estudiante de 25 años, desmontó ayer la tienda de campaña en la que ha vivido durante el último mes en el Pla del Palau de Barcelona en protesta contra la guerra en Irak.
Tal como anunciaron el pasado sábado, los integrantes de la acampada desmontaron las tiendas
ayer por la tarde. En su lugar plantaron flores y celebraron un concierto en el que, entre otros, participaron músicos que han formado parte de la acampada. A la despedida acudieron también algunos de los que se marcharon a casa días atrás, como Ramon, un notario de 52 años, que vivió en la plaza "desde el primer día de la guerra hasta la toma de Bagdad". Ayer hacía balance y señalaba que la acampada ha servido para "cohesionar una plataforma que en el futuro servirá para luchar por un mundo mejor".
En el manifiesto de despedida, los participantes afirman que dejan de vivir en la calle, pero que su "lucha no ha hecho más que empezar". "A partir de hoy cambia la forma, pero no el contenido, ya que nuestra voluntad es seguir trabajando". Los participantes en las acampadas, tanto la de Pla del Palau y la de la plaza de Sant Jaume -que fue desalojada el pasado martes- como la de la plaza de Francesc Macià -que por ahora sigue en pie-, explicaron que "fusionarán" las protestas en un proyecto llamado Agora. Éste consistirá en utilizar espacios públicos para realizar foros de reflexión, conferencias y actividades que fomenten la participación ciudadana, según explicaron.
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