Un candidato
Martes. Salgo de casa con la intención de acudir a la conferencia que Antoni Batista tiene previsto dar en el Casal Loiola, titulada Euskadi: de la ficció mediàtica a la realitat política. Cuando llego, resulta que el acto se ha suspendido por causas ajenas a la voluntad de nadie: Batista ha sufrido un ataque al riñón. Que se mejore, deseo, pero ya que estoy aquí busco un sucedáneo que aplaque mi sed sociocultural. En un radio de un kilómetro a la redonda, y a esta hora, mi escáner mental informa de que lo más parecido a ficción mediática y realidad política es la presentación de Què pensa Xavier Trias (Dèrie Editors), el libro-entrevista que le ha escrito la periodista Anna Grau (Girona, 1967). Raudo y veloz, me persono en la librería Proa, donde se celebra el acto. Llego tarde, justo cuando está en el uso de la palabra Xavier Pomés, presentador suplente de Josep Laporte, que no ha podido acudir por causas ajenas a su voluntad: se ha roto el brazo. Que se mejore, deseo, y abro los ojos.
Las sillas de mitin, las cámaras de televisión y los informes de prensa que CiU reparte entre los periodistas dan un aire más electoralista que editorial al acto. Tras las intervenciones de Xavier Cambra y de Pomés, Anna Grau agradece la presencia a los asistentes. Habla de su experiencia como periodista en Madrid y afirma que muchos políticos son como cajeros automáticos, con un menú prefabricado de respuestas. Trias es una excepción: se ha prestado a un tipo de entrevista que ya no se lleva. Impulsada por un ataque de autoestima, Grau afirma que necesitamos menos periodismo epidérmico y más periodismo en profundidad (¿y qué hacemos con el periodismo epidérmico en profundidad?) Y acaba su alocución con un par de frases enigmáticas, que podrían ser eslóganes de campaña: "Entre tots ho farem tot i qui dia passa any empeny". Ni Batista ni Laporte están en condiciones de empujar, pienso, pero vuelvo a concentrarme en la ironía de Trias, reconvertido en protagonista de libro mediático de promoción por Sant Jordi (¿se quejarán los autores mediáticos de que los políticos les hagan la competencia?).
Observo que los ponentes están rodeados de retratos de Kafka, Grass, Borges, que contrastan con el ambiente poco literario del acto. El candidato dice que su peculiar forma de pronunciar las erres y su uso difícil del catalán han sido debidamente limados por Grau. Se confiesa socialdemócrata, y promete un liderazgo que buscará el entendimiento y la complicidad, lejos de la ambición a cualquier precio (el hecho de que, como cuenta el libro, sufra de vértigo, ¿limitará sus ansias de ascensión?). Suena bien, pero casi todos los discursos de casi todos los candidatos suenan bien (los cajeros automáticos sólo te dan lo que es tuyo o lo que puedes devolver). Aunque, en efecto, Trias no abusa de la esgrima verbal de leguleyo-killer que tanto triunfa en según qué tertulias, sino que practica un tono curtido en hospitales en los que, como pediatra que es, tuvo que vérselas con padres poco dispuestos a que les engañasen pero tampoco a que les contaran la verdad a lo bestia. Una pregunta me pasa por la cabeza: si mis hijos se pusieran enfermos y viniera un pediatra, ¿de quién me fiaría más? ¿De Mayol, Portabella, Trias, Fernández Díaz o Clos? Afortunadamente (o por desgracia), la pediatría y la política son cosas distintas.
En un rincón de la librería, el diputado Carles Campuzano observa a su colega con los brazos cruzados. Quizá esté preguntándose cuánto tardará en alcanzar la legítima condición de alcaldable. Se apoya en una mesa sobre la que compiten libros de Bricall, Tarradellas, Benet, testigos de una historia mediática responsable, en parte, de la realidad actual. Por si acaso, me apoyo en un expositor de vídeos en catalán: Teletubbies, el perro Rovelló y Teo y su familia, ejemplos de una concepción socialdemócrata de la vida pasada por el benévolo filtro de la ficción mediática. Para llegar hasta la mesa, atravieso un mogollón humano compuesto por elegantes mujeres, hombres trajeados y alguna joven de expresión frágil y sensible (que sugiere cafés con leche y edredones). Sobre la cabeza de Trias, anuncios de libros que podrían ser presagios: Exhortació als cocodrils, de Lobo Antunes, y El mestre de Taüll, de Joan Agut. Aplausos. Copa de cava. Cola para firmar libros. La voz de Lesly, de Los Sírex, el hombre que mejor pronuncia la palabra xato. Trias, mientras tanto, utiliza, además de sonrisas y abrazos, un bolígrafo Mont-Blanc para dedicar su libro, en cuya portada aparece transmitiendo serenidad y Estado de bienestar (un rostro ideal para anunciar planes de pensiones). Al acercarme, observo que las sillas de los ponentes son bastante mejores que las del público. Suele ocurrir. En el mundo editorial y en el de la política.
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