_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Bandazos

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

He aquí que, de pronto, las fuerzas de ocupación de Irak capturan en Bagdad a Abu Abbas, un antiguo terrorista palestino, ya jubilado hace años, y que fue el cerebro del secuestro del Achille Lauro en 1985. En 1995, el presidente Clinton firmó un pacto a raíz del acuerdo palestino-israelí de acuerdo con el cual no podrían ser detenidos ni llevados a juicio los responsables de actos terroristas cometidos antes del 13 de septiembre de 1993. Abu Abbas, que entraba en ese acuerdo, vivía en Irak desde hace 12 años desvinculado de toda acción terrorista. Esta circunstancia era de sobra conocida internacionalmente. Miguel Ángel Aguilar decía con sorna el otro día que Abu Abbas figuraba, incluso, en la guía telefónica de Bagdad. Ante la noticia de su detención, el presidente Aznar exhibe esta captura como la prueba "evidente" de la vinculación del régimen de Sadam Husein con el terrorismo. Y dirigiéndose a la oposición -PSOE e IU en concreto- dice lo siguiente: "Los que han estado diciendo que no había conexiones terroristas, que digan algo". Y es que nuestro presidente está nervioso. Después de haber patrocinado la guerra junto a Bush y Blair, se ha encontrado con que la misma no ha servido para nada de lo que se pretendía: ni han detenido a Sadam Husein ni las armas químicas aparecen por ninguna parte. Eso sí: se han ocasionado numerosas víctimas entre la población civil y muchas ciudades han sufrido importantes destrozos que ahora tendrán que repararse. Quienes no tienen posibilidad de reparación alguna son los familiares de los muertos. Y todo esto, como se ha visto, para nada. Resulta patético, cuando no ridículo, ver a Aznar enarbolando la figura de Abu Abbas como prueba "evidente" de que tenía razón al unirse a Bush y Blair en este conflicto bélico que ha sido un fracaso y del que España no ha sacado nada de provecho. Aznar está dando bandazos, como sucede ahora con Siria en que no se aclara con Bush: mientras éste dice que apoya a los terroristas y tiene armas químicas, Aznar dice que Siria es muy amiga de España. Hay momentos en que uno se pregunta si nuestro presidente estará en sus cabales. ¿O será la prepotencia?

fburguera@inves.es

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_