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Reportaje:

La evolución de una revolución

El Museo de la Universidad de Alicante inaugura una exposición con los primeros ordenadores y material informático

La informática y las nuevas tecnologías avanzan a una gran velocidad. En pocos años las transformaciones en este campo han sido vertiginosas. Desde las máquinas calculadoras mecánicas que sumaban, restaban, multiplicaban y dividían a los minúsculos ordenadores de la actualidad han pasado apenas 40 años.

Para comprobar a simple vista estos cambios, la Sala Altamira del Museo de la Universidad de Alicante alberga hasta el 28 de junio la exposición R-evolución, Tecnológica. Una mirada al pasado y presente de la informática, en la cual se exhibe material informático para mostrar la evolución de métodos y soportes informáticos: desde las primeras memorias de ferritas hasta los actuales sistemas ópticos de almacenamiento. "La exposición muestra una evolución de una auténtica revolución tecnológica", explicó ayer Faraón Llorens, director de la Escuela Politécnica, que se ha encargado de organizar esta exposición. Pablo Baeza, técnico del departamento de Tecnología Informática y Computación, ha ido coleccionando durante años artilugios informáticos de toda índole. Ahora más de un centenar de estas piezas, -de las 300 en total que integran su colección particular-, se exhiben en el Museo de la Universidad.

En la primera sala de la muestra se han ubicado las piezas cedidas por Pablo Baeza, que pasarán a formar parte del futuro Museo Tecnológico de la Escuela Politécnica. Las piezas, procedentes de esta colección particular, son calculadoras mecánicas de los años cuarenta y cincuenta, centrales de procesamiento (CPU), hardware, módems, ordenadores portátiles, enciclopedias informáticas y válvulas, entre otros objetos en desuso, que evidencian el vertiginoso desarrollo de la tecnología informática. La tercera sala incluye piezas donadas por la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) y recrea un laboratorio informático de los años ochenta, cuando la tecnología informática era de uso exclusivo de las empresas, con equipos informáticos antiguos y los primeros libros y enciclopedias. El laboratorio contiene, entre otros objetos, un contador de monedas, un módem, un fax, un lector de tarjetas magnéticas y paneles con los diferentes lenguajes informáticos, desde el antiguo ensamblador hasta el html, desarrollado para Internet.

"Es apasionante ver cómo ha cambiado todo en tan poco tiempo", reconoce Baeza, ilusionado al comprobar cómo su dedicación de coleccionista durante tantos años permite a los estudiantes de la Escuela Politécnica acercarse a una realidad para ellos desconocida y remota. La Escuela Politécnica ha puesto en marcha un servicio de recogida y selección de material tecnológico e informático antiguo para ampliar los fondos del futuro Museo y rescatar del olvido algunas joyas de la tecnología.

La segunda sala de esta exposición alberga las propuestas de los proyectos ganadores y finalistas de los concursos convocados por la Escuela Politécnica, entre sus alumnos, para diseñar un Museo Tecnológico y su condición real y un Museo Tecnológico y su condición virtual. "La idea es que el Museo Tecnológico esté por toda la Escuela y que sea una cosa viva, dinámica, en la que todos participen", explica Llorens.

En relación con el Museo Tecnológico y su condición real, es decir la propuesta física de exposición, el proyecto ganador es Display y back-up, de Alejandro Aliaga Antón, y los finalistas Tecnología e ingenio, de Cristina Ruiz Molina, e In-cubus, de José Luis Durán Arribas. En cuanto al Museo Tecnológico y su condición virtual, el primer premio ha sido para Elad Rodríguez Álvaro y Eli Vidal Pastor, por el proyecto MUAT 2000.

En síntesis la muestra nos permite aproximarnos a la historia de la computación, tanto en sus aspectos de tecnología como de formalismos, y a las aplicaciones que la informática ha tenido en la vida cotidiana de millones de ciudadanos.

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