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Reportaje:

300 inmigrantes pidieron ayuda pública en 2002 para volver a su país

Jorge y Daniela (nombres ficticios) apostaron por un futuro mejor, pero han salido escaldados. Hace año y medio, este matrimonio colombiano llegó a Madrid convencido de que así dejaría atrás la violencia y la inestabilidad económica que azotan su país y ahorraría dinero para construirse una casa en su Barranquilla natal. Era su sueño y en él invirtieron ahorros e ilusiones. Pero se toparon con una realidad mucho más dura de lo que esperaban y decidieron que lo mejor era regresar. Sin dinero para adquirir el billete de vuelta, tuvieron que recurrir a los programas de retorno voluntario que varias ONG desarrollan con fondos del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales.

Como ellos, otros 300 inmigrantes y solicitantes de asilo, la mayoría residentes en Madrid y muchos de ellos colombianos, pidieron ayuda el año pasado para desandar el camino. En 2001 sólo fueron 164, y 153 en 2000. A algunos les empuja la enfermedad, pero la mayoría regresa tras comprobar, tras grandes penurias y sufrimientos, que España está muy lejos de ser El Dorado que esperaban. La ayuda consiste en el pago del billete de avión y de un dinero de bolsillo.

"Rechazamos hacer el amor en un garito por no perjudicar a nuestros hijos"

Daniela y Jorge retornaron a finales de marzo. Se marcharon esperanzados, pero con un poso de amargura tras las penurias padecidas. "A nosotros nos dijeron que en España había trabajo; pero nadie nos advirtió de que para conseguirlo los extranjeros necesitábamos un permiso que el Gobierno se niega a conceder a quienes ya estamos aquí. Tampoco sabíamos que la vivienda era tan cara ni que a los colombianos se nos discriminaba tanto por culpa de algunos compatriotas que hacen lo que no deben", explica Daniela, de 43 años, un día antes de la partida, mientras Jorge, de 40, asiente a su lado.

Ambos emigraron hace una década a Estados Unidos, y de aquella experiencia guardan un buen recuerdo. "Había trabajo y nadie tenía en cuenta tu raza ni tu color para emplearte o alquilarte un piso", rememoran. Pensaron que en España las cosas serían parecidas. O quizá más sencillas por aquello del idioma y la supuesta hispanidad. Cerraron la bodega que regentaban en Barranquilla y, con el dinero del traspaso, llegaron a Madrid con sus dos hijos, de 14 y 5 años.

"Pero comprobamos que sin papeles es difícil encontrar trabajo, mucho más si eres colombiano, porque algunos piensan que todos somos sicarios", explica Jorge. A ella le salieron algunas horas de limpieza en casas y él encontró un empleo de ayudante de instalador de calentadores. "Duré tres meses, porque me pagaron menos de lo pactado y me dejaron a deber muchas reparaciones", añade este hombre.

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"Aquí hay mucha gente que se aprovecha del recién llegado, tanto españoles como compatriotas nuestros", asegura esta pareja, que consiguió alquilar un piso en San Fernando de Henares tras ser estafados por agencias que les cobraron 90 euros sólo por darles una relación de pisos de alquiler que, cuando ellos llamaban, ya estaban arrendados. A medida que los ahorros menguaron, tuvieron que subarrendar dos habitaciones para pagar la renta. "Aquello nos trajo problemas con la vecindad, pero no porque fuéramos muchos ni demasiado ruidosos, simplemente es que topamos con vecinos que no querían latinoamericanos en la escalera", explican.

Con el último sueldo, pagaron los billetes de avión a sus hijos para que regresaran a Colombia con sus abuelos. Ella sólo limpiaba una casa tres horas por semana y él llevaba seis meses sin empleo. "Había días que no teníamos ni para comer, los niños nos veían angustiados y para que no pasaran apuros decidimos que volvieran", asegura Daniela, y explica que, en medio de la desesperación, recibieron ofertas "poco honradas".

"Nos ofrecieron hacer el amor en público en un garito y lo rechazamos de plano por no hacer nada que perjudicase a nuestros hijos, pero siempre puede haber alguien que se meta en cosas raras porque no aguanta más. El Gobierno español debe entender que los inmigrantes generamos divisas y no debe cerrar todas las puertas a los sinpapeles, porque eso sólo genera más delincuencia", añaden.

"Fue muy duro pasar las navidades sin los chicos, a gusto nos hubiéramos vuelto también nosotros, pero no teníamos cómo", recuerdan. Para ellos fue provindencial enterarse de que Cruz Roja ofrecía ayudas al retorno. "Nunca habíamos ido a solicitar comida ni a nada porque habíamos venido a España a trabajar, no a pedir limosna; pero un día, desesperados, nos acercamos a Cruz Roja y supimos de este programa", asegura Daniela.

Alicia Campos, responsable del programa de retorno de Cruz Roja Madrid, ONG que el año pasado facilitó el retorno de 264 inmigrantes en toda España, explica que se da prioridad a los enfermos o ancianos, a las embarazadas y a las madres solas con hijos a su cargo, es decir, a los grupos más vulnerables. Para pedir esta ayuda deben llevar al menos nueve meses en España.

La demanda va en aumento año tras año.

Seguir un sueño y hallar una pesadilla

Elena Buceta, coordinadora del programa de retorno de la Fundación Iberoamérica Europa (CIPIE), asegura que los principales beneficiarios de este programa son familias. "Una persona sola sale adelante mejor que si trae con ella a su pareja e hijos. Un adulto, si no tiene más remedio, duerme en la calle, pero nadie quiere eso para sus niños", asegura.

Buceta explica que las limitaciones presupuestarias de este programa de Trabajo y Asuntos Sociales les obliga a cribar las solicitudes. El año pasado recibieron 94 que cumplían los requisitos exigidos, pero sólo 31 recibieron la ayuda. "Como no podíamos atender a todos, tuvimos que priorizar los casos más urgentes. No sabemos qué fue de los que quedaron fuera", admite.

Nora Avés, subdirectora del Comité Internacional de Rescate (CIR), cree que, hoy por hoy, el programa de retorno voluntario no ofrece una solución real a los problemas. "Hay que conseguir que quienes tuvieron que dejar su país puedan reintegrarse a su vuelta. Para eso hacen falta más programas de cooperación al desarrollo y mayor colaboración entre las instituciones españolas y las de los países de dónde son estas personas para realizar su seguimiento social", argumenta.

El Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad (MPDL) tiene un convenio con el Imserso para facilitar el retorno de inmigrantes ecuatorianos. El año pasado, MPDL repatrió a tres mujeres llegadas a través del contingente (un número de inmigrantes a los que el Gobierno permite cada año venir a trabajar a España en sectores no cubiertos con la mano de obra local). Por su parte, la Comisión Católica de Migraciones gestionó 55 retornos con ayuda del Fondo Europeo para Refugiados.

Daniela y Jorge han vuelto a casa de los padres de ella sin un euro en el bolsillo. Pero con muchos proyectos, como pedir un préstamo para montar un localito de asar pollos o un mini-negocio de venta de tortillas. Se han prometido a sí mismos informar a sus compatriotas sobre lo que pasa en España para que nadie más vuele detrás de un bello sueño y despierte en una pesadilla.

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