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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

La ciudad de los motores

Barcelona fue la cuna del motor y ahora se mece entre la nostalgia y la esperanza.

A medio camino entre ambas sensaciones, Fira de Barcelona está organizando un Salón del Automóvil que quiere recobrar la internacionalidad prometida por los expertos de la Organización Internacional de Constructores de Automóviles (OICA). La 32ª edición del Salón del Automóvil -se celebra entre los días 26 de abril y 4 de mayo-, presidida por el delegado del Gobierno en el Consorcio de la Zona Franca, Enrique Lacalle, apuesta por la vuelta al glamour, que el salón había ido perdiendo en sus últimas ediciones.

Cuenta con tres estrenos internacionales -uno de ellos de Renault- y otras 66 presentaciones repartidas entre los fabricantes españoles. También se verán los nuevos modelos de Seat y Nissan, y el potente sector auxiliar. Entre las cabeceras que han apostado por el salón, está Fiat, que anuncia un deportivo, el Lancia Delta, "diseñado en Barcelona", explicó ayer el presidente honorífico de Fiat España, Juan José Díaz-Ruiz. La empresa italiana mostrará además los modelos Gingo y Barchetta, y los monovolúmenes Idea e Ypsilon de Lancia.

La 32ª edición del Salón del Automóvil espera recibir un millón de visitantes y tiene una superficie utilizada de 250.000 metros cuadrados

Para el grupo transalpino, el Salón de Barcelona representa una alternativa natural de la feria de Turín, que se ha ido extinguiendo al mismo ritmo lánguido al que desaparecen los Agnelli. Fiat fue la cima del poder económico y de la influencia política, y ahora cae bajo la mirada atenta del núcleo familiar, incapaz de suplir al desaparecido Giovanni Agnelli. L'Avvocato, como fue bautizado un día por un devoto colaborador, lo hizo todo, pero al final de sus días no pronunció ni una sola palabra para mitigar los devastadores efectos de la batalla que durante meses enfrentó a la familia contra los bancos acreedores de la gran compañía automovilística.

Fiat pierde peso, pero recobra protagonismo de la mano de General Motors, su nuevo partenaire. No conviene olvidar que la italiana reinó en el automóvil europeo y que fue la propietaria de Seat, después del intento frustrado del almirante Suances de crear un sector español autóctono del antiguo régimen.

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El primer presidente del Salón del Automóvil de Barcelona fue Enrique Lacalle Barnadas, padre del actual Quique Lacalle. Desde entonces el salón ha tenido otros dos patrones, Miguel Cabré y Javier Godó, dos apellidos imprescindibles en el mundo del motor -homólogos de los Juncadella o Godia, entre otros-, vinculados al origen de la Barcelona automovilística y a su fulcro fundacional, la fábrica de motores Elizalde. A ello contribuyeron en buena medida los premios de la Peña Rhin, que se celebraban en el circuito de Terramar (Sitges) -su línea de meta estaba situada junto a la ermita de la Virgen del Vinyet- y organizados por los industriales Ferrer Bertrand, barón de Güell, y Eusebi Bertrand i Serra, conde de Masnou.

Como tantas veces ocurre en Barcelona, recobrar el esplendor exige primero mirar detenidamente al pasado, a la época de los Hispano Suiza de Marcus Birkigt o la de los Pegasos de Wifredo Ricard. Los promotores del salón cuentan con la colaboración de los coleccionistas y el apoyo de las marcas -la Hispano es propiedad de Arturo Suqué, el patrón de Casinos de Cataluña, y yerno de Miquel Mateu, fundador de la fábrica de motores- para organizar un rally de época Barcelona-París con el que la organización quiere revivir en parte el éxito de otros tiempos.

También cuentan con un calendario de plena actualidad: la 32ª edición del Salón del Automóvil coincide con la celebración del Gran Premio de fórmula 1 en el circuito de Montmeló. En el circo de la fórmula 1 de Bernie Ecclestone, el diseño y la marca son una misma cosa. "Michael Schumacher presentará su Ferrari rojo en el recinto tradicional de Montjuïc", explica Lacalle sin disimular su satisfacción.

Hace muchos años que dejaron de celebrarse grandes premios en el antiguo circuito de Montjuïc. El último, el de 1975, acabó en drama cuando el alemán Rolf Stommelen se salió volando de la pista en la recta del Estadio, poco antes de embocar la bajada hacia la Font del Gat. Mató a cinco espectadores y la Federación Internacional clausuró Montjuïc, que había llegado a ser uno de los circuitos urbanos más entrañables de Europa, apenas superado por el de Mónaco.

El Salón del Automóvil de Barcelona quiere volver. Competirá con los grandes: París, Ginebra, Francfort y Detroit. Para ello jugará sus bazas, entre ellas la Nit de l'Automòbil, un fin de fiesta en la noche del 25 de abril en el que se darán cita presidentes de grupos internacionales del motor, fabricantes nacionales, políticos españoles y empresarios de prestigio. Esta edición del Salón del Automóvil recibirá, de acuerdo con los cálculos del comité organizador, un millón de visitantes y utilizará una superficie contratada de 250.000 metros cuadrados, de los que 70.000 corresponden al recinto tradicional de Montjuïc y 180.000 a Pedrosa, el polígono situado en la Gran Via Sur, sobre cuya superficie está situada la zona de expansión de Fira de Barcelona.

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