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Desde el Pacífico
Columna
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Los bombardeos de la información

LA INFORMACIÓN DESEMPEÑA una doble función clave para la campaña en Irak. En primer lugar, Estados Unidos basa gran parte de su superioridad militar en la circulación de una cantidad considerable de información en tiempo real entre los servicios y las unidades en combate. La logística está sustentada en este principio. Las fuerzas especiales coordinan sus ataques directamente con la aviación, gracias al acceso simultáneo a toda la información disponible. Sin embargo, la información también concierne directamente a los periodistas, un frente que el Pentágono toma muy en serio.

"La rápida circulación de la información nos permite atacar un objetivo en unos pocos minutos; a veces, ocho o diez minutos", explica John Arquilla, profesor de estrategia militar en la Escuela Naval de Monterrey. Durante la guerra del Golfo, se requerían 10 horas entre el momento en que se detectaba el objetivo y la intervención de la aviación.

La rápida circulación de información permite atacar un objetivo en 10 minutos. En la guerra del Golfo, se requerían 10 horas entre la detección del objetivo y el bombardeo
John Arquilla explica que en la era de la información, "el que tiene la mejor historia es el que gana, no aquél con la bomba más grande".
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Arquilla señala que ya no es necesario dirigir toneladas de bombas sobre una división para desarmarla. "Estamos hablando de lanzarles mensajes, diciéndoles: 'más vale que se queden quietos, o si no'...". Se han lanzado 80 millones de panfletos en la primera semana de guerra, frente a los 20 millones lanzados durante toda la guerra del Golfo.

El objetivo es minimizar la destrucción y la muerte de civiles, para tranquilizar a la opinión pública, y aterrorizar a los combatientes iraquíes, con la esperanza de lograr una rendición rápida. Es allí donde los periodistas tienen una función que desempeñar.

Lucian Truscott, escritor licenciado en West Point, acaba de publicar un artículo de opinión en el New York Times, en el cual escribe: "En Irak, la administración de Bush ha convertido a los medios en un arma de guerra; mediante la información, logra atormentar e intimidar a los líderes militares iraquíes". Al no obstaculizar el acceso a las imágenes difundidas por la televisión norteamericana, envían un mensaje "sencillo y directo: Ríndanse. La oposición no tiene esperanza. Si no nos creen, sólo miren la televisión".

El caso de los periodistas adheridos a las unidades regulares no debería presentar riesgos excesivos, como lo indican las palabras de David Bloom, corresponsal de NBC News, registradas por el International Herald Tribune: "Estos soldados han sido maravillosos con nosotros. Han hecho todo y cuanto les hemos pedido, y nosotros estamos tratando de devolverles el favor haciendo todo y cuanto ellos nos pidan".

"La Gramática es la primera operación secreta importante en cualquier guerra", observa la lingüista australiana Dra. Annabelle Lukin, citada por el Sydney Morning Herald. Estos periodistas pueden, llegado el caso, difundir noticias que desagradan. Con el fin de controlar estos desbordes, la Casa Blanca creó una Oficina de Comunicaciones Globales, encargada de coordinar todo lo que se le informa a los medios, de entregarles diariamente citas fáciles de usar, imágenes conmovedoras y análisis correspondientes a la visión del Presidente y de su círculo más cercano.

"Estamos aquí para la coordinación diaria , la planificación a mediana escala y la estrategia general. Trabajamos en los tres temas cada día", ha declarado recientemente en el Washington Post, Tucker Eskew director de la Oficina.

El teórico de la guerra de las redes, John Arquilla, nos explicó que en la era de la información, "el que tiene la mejor historia es el que gana, no aquel con la bomba más grande". El Pentágono se esfuerza por tener ambas. Esto no es algo tan simple, explica Mark Bowden, de la revista The Atlantic: "En la Batalla de Bagdad, la información será tan importante como las armas y las bombas; pero sólo si la verdad es lo que esperamos que sea".

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