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OPINIÓN

'E-learning': ¿Nos han vendido la moto?

Huelga decir, a estas alturas, que la introducción de las nuevas tecnologías tiene importantes implicaciones para el entorno de la formación y del trabajo. Los cambios están documentado: Estamos presenciando transformaciones de base en las competencias requeridas y en las relaciones laborales. Éstas afectan a los tipos de competencias tanto en cuanto a conocimientos profesionales del sector, como a destrezas específicas que necesita un trabajador permanente. Pero el cambio más profundo está vinculado a un aspecto actitudinal que afecta a todos, sea cual sea el sector o tipo de trabajo que se realiza. Con la velocidad de cambio provocado por los desarrollos tecnológicos, la única seguridad de un trabajador recién salido de la formación reglada, y también del departamento de recursos humanos que lo contrata, es que no hay nada seguro. Debido a la situación de continuo cambio, cualquier aspecto de lo aprendido en su proceso de formación puede tener fecha de caducidad. Desgraciadamente en determinados campos, por falta de comunicación entre educación y empresa, los conocimientos ya han caducado al salir de la formación. El concepto de trabajador que entra en la empresa con su formación básica completa y estática desaparece. El conocimiento se torna fluido y cambiante. Con este trasfondo, la formación debe entenderse como proceso continuo a lo largo de la vida profesional y empieza a cobrar importancia la actitud del trabajador ante esta situación, y su capacidad de aprendizaje.

Las nuevas tecnologías han ayudado a producir estas situaciones complicadas, pero también proporcionan posibles soluciones. De ahí el e-learning. El uso de las tecnologías de la información y comunicación permiten proporcionar formación en la empresa en función de las necesidades, sin costosos desplazamientos y la consecuente perdida de jornadas laborales. Se mejora el acceso a la formación, se proporciona just-in-time, y se ahorran costes. Por lo menos, es la teoría. Pero la experiencia del e-learning no es del todo positiva. Aunque hay importantes historias de éxito, en empresas grandes como Cisco, Sun, o Hewlett Packard la literatura está plagada de cifras de abandono que en algunos casos alcanzan hasta el 80% de los alumnos. Una investigación realizada por la consultora Jane Massey sobre la situación del e-learning en Europa 2002 indica que el crecimiento en la contratación de cursos por empresas empieza a decaer, y aunque parte de la razón en muchos países puede atribuirse a la situación económica, Massey aporta evidencia de insatisfacción con los productos de contratados. Parece que en muchas empresas se tiene la sensación de que se les ha vendido la moto. Ello se debe a que muchos de los productos e-learning que hay en el mercado no responden a las necesidades emergentes. No tanto las necesidades con respeto al contenido, sino el enfoque que se adopta. La gran mayoría entiende la formación como la provisión principalmente de contenidos estáticos. La empresa compra un paquete de cursos prefabricados con títulos sugerentes, los mete en la plataforma e-learning que ha adquirido, y espera resultados. Desgraciadamente en muchos casos no llegan; ya que ir pasando pantallas en solitario, con apoyo mínimo, no motiva a la mayoría de alumnos, y en muchos casos los cursos no se adaptan del todo a la realidad de la empresa. Se echan de menos aquellos cursos de formación presencial, en los que el profesor provocaba el diálogo y facilitaba la relación de los conocimientos con la situación empresarial de cada alumno.

El problema radica en una concepción del conocimiento anclada en un pasado de cambio más lento. En esta época de rápido cambio el conocimiento debe entenderse como un proceso evolutivo, en vez de un producto estático. Cada día, reflexionando sobre la realidad que nos rodea, vamos alterando paulatinamente nuestra comprensión de los procesos. Hay modelos de formación de este tipo, basados en la verdadera interacción entre personas mediante la tecnología, en vez de en programas interactivos del estilo apunta y clic. Estos modelos basados en la interacción, o mejor dicho la conversación, siguen facilitando el acceso flexible a la formación, pero además ofrecen una calidad que, según las evidencias iniciales de nuestras y otras investigaciones en este campo, puede llegar a superar los resultados y la satisfacción que ofrecen los cursos presenciales.

La investigación de Massey indica que sí existe un campo del e-learning en crecimiento: el de cursos diseñados en estrecha colaboración e interacción con la empresa. Cada vez más empresas están contratando este tipo de servicio, que se ajusta más a sus necesidades, y a este entorno de cambio continuo. Tal vez éste sea el camino.

Nick Kearney es coordinador de Iniciativas E-learning Florida Universitària.

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