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"El sentimiento de rechazo al inmigrante está enraizando"

P. ¿Cuál es su valoración de la sentencia del Tribunal Supremo sobre la Ley de Extranjería?

R.De alguna manera, el Supremo anula 13 artículos del Reglamento de la ley. Lo que yo creo que nos quiere decir el Supremo es que el Reglamento no puede ser nunca más rígido que la propia ley.

P. ¿En que cambiará la situación actual?

R. Principalmente en el tema de las expulsiones. Ya no se podrá retener en un centro de internamiento a una persona que ya esté en España. Sólo se podrá devolver a los recién llegados, los detenidos en la frontera o en la costa, pero no se podrá retener a alguien que, por ejemplo, no tenga los papeles en regla y esté paseando por una ciudad.

P. ¿Y a nivel político?

R. Esta sentencia supone la necesidad de replantearse la política de inmigración. A partir de ahora las subdelegaciones del Gobierno y todos los que participan en la aplicación de las políticas gubernamentales sobre inmigración van a tener mucho trabajo.

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P. Usted dijo durante el encierro en la Universidad Pablo de Olavide que la sociedad andaluza no era receptiva a los problemas de los inmigrantes. ¿Ha cambiado algo?

R. Ahora es peor, el sentimiento de rechazo al inmigrante está enraizando más en la sociedad andaluza. Se está entrando en algo que es totalmente irracional.

P. ¿Por qué?

R. Yo puedo entender que ante un problema, un incidente concreto haya una reacción. Pero lo que no podemos obviar, aunque sea desde un punto de vista economicista, muy distante del mío, es que sin inmigrantes no vamos a ningún sitio. Más de la mitad de los nuevos cotizantes a la Seguridad Social son inmigrantes. Entonces ¿quién está aportando dinero para las pensiones, etcétera? Los aspectos positivos de los inmigrantes hay que destacarlos, al igual que los menos positivos. Nos es un tema para ser fundamentalista, ni para tomar partido.

P. Aún hay centenares de personas absolutamente desamparadas en la zona fresera.

R. Aunque me hayan criticado por decirlo, sigo creyendo que, mientras que se firman los convenios, mientras que se ultima la repatriación o lo que sea, a estas personas habrá que dejarles trabajar, darles algún tipo de empleo y la manera de ganar lo suficiente para sobrevivir. Si no, se crea en primer lugar un problema social y, a escala personal, se les obliga a permanecer en una situación de indignidad.

P.¿Qué sugiere?

R. Hay que atacar los problemas según surgen, pero lo que nunca debemos permitir es que la gente viva sin dignidad.

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