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Entrevista:JOSÉ CHAMIZO | Defensor del pueblo andaluz

"En democracia hay que salir a la calle siempre para reclamar derechos a los poderes públicos"

El defensor del pueblo andaluz, José Chamizo (Los Barrios, 1949), se ha destacado por su apoyo a las manifestaciones que piden el fin del ataque militar a Irak. Su compromiso con la defensa de los derechos humanos le ha llevado a tomar posiciones e incluso animar a que la gente salga a la calle a pedir lo que cree que le corresponde y es justo.

Pregunta. Usted ha animado a los ciudadanos andaluces a sumarse a las manifestaciones contra el ataque a Irak.

Respuesta. Sí, por supuesto. Cuando yo digo que creo en las manifestaciones es porque veo que el pueblo andaluz no quiere esta guerra, y eso está más que demostrado. Y porque creo que la gente hace bien en rechazar la violencia como forma de entendimiento entre los humanos.

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P. ¿Le han hecho replantearse este apoyo los recientes incidentes en las marchas de Barcelona o Madrid?

14>R. Entiendo que si introducimos determinadas dinámicas de violencia, mucha gente va a dudar de la conveniencia de participar en esas manifestaciones. Pido que se deje en paz a cualquiera del Partido Popular que vaya a dar un mitin y que se dejen en paz las sedes de ese partido.Creo que el pacifismo comprometido al que debemos aspirar es precisamente el que denuncia que en pleno siglo XXI los seres humanos no hayamos encontrado otra forma de solucionar los problemas que no sea la guerra. El que quiera manifestarse que lo haga, pero que se respete al que no lo hace.

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P. Usted como cabeza de una institución de carácter autonómico podía haber eludido tomar partido en un debate tan agrio. ¿Por qué lo hizo?

R. La guerra siempre es la mayor agresión posible a los derechos humanos. La guerra siempre destruye a los más débiles y en este caso hablamos del pueblo iraquí, pero también del soldado inglés o estadounidense que muere en el campo de batalla sin tener responsabilidad ni beneficio alguno en el conflicto.

P. ¿Cree que la toma de posturas a favor o en contra de la guerra ha creado o resucitado viejas divisiones en la sociedad andaluza?

R. Lo que yo sí que percibo es que estamos en una situación arriesgada. Si no reconducimos esto, tanto el Gobierno como la oposición y la propia sociedad civil vamos a llegar a una forma de entendimiento muy difícil y muy complicada.

P. ¿Hasta que punto?

R. Aquí cada uno defiende su posición. El Gobierno dice que no estamos en guerra, la oposición dice que sí y el ciudadano, que no entra en matices jurídicos, ve que hay una guerra y se deslinda de uno y de otro. Y claro, cuando la forma de relación entre varios grupos es la violencia, quienquiera que esté por la paz se retira. Normalmente no irá más allá, y eso no es nada bueno de cualquiera de las maneras, pero si al ciudadano lo agreden, las cosas se pueden poner muy difíciles.

P. ¿Se ha alcanzado ya ese punto de enfrentamiento?

R. Hay una crisis, una herida, que esperemos que se pueda restañar, porque claro la voluntad popular va por un lado y las decisiones gubernamentales van por otro. Pero lo que no debemos de olvidar es que esto ocurre con otros temas. En el fondo, ojalá todo esto sirva para dar un salto democrático, no quiero permanecer sólo en el discurso negativo.

P. ¿Y qué es lo positivo?

R. La sociedad civil, que estaba dormida ha reaccionado. Es posible que los propios partidos políticos se planteen a partir de ahora cómo tomar determinadas decisiones. Tendremos que acostumbrarnos a referendos, a consultas populares... Tendremos, en definitiva, que perfeccionar el sistema democrático. Esa es la lección positiva. Por supuesto, cuando hablo de aspectos positivos en estos momentos jamás me olvido de las víctimas. Está muriendo gente y eso no se puede olvidar nunca.

P. Muchos expertos sostienen que los partidos han perdido contacto con su razón de ser, con los ciudadanos.

R. La disciplina de los partidos es excesivamente rigurosa. El hecho de que todos tengan que aparecer en bloque con decisiones me parece muy peligrosa. Y, si se me permite la comparación, yo veo en los partidos una estructura todavía más rígida que en la Iglesia Católica, que ya es decir.

P. El despertar de la sociedad civil es algo casi inesperado, pero ineludiblemente sano.

R. Sí, pero se corre el riesgo de que si no se actúa se vuelva a esconder. Si se logra aislar a los elementos violentos esto seguirá. Yo como defensor del pueblo lo que quiero es una sociedad civil viva, contra la guerra y contra cualquier injusticia, que reclame a los poderes públicos sus derechos. Esto es lo que yo creo que es la democracia.

P. ¿Es la calle el lugar en el que se debe exigir?

R. Yo creo que hay que salir a la calle siempre. Todo lo que yo he conseguido ha sido en la calle. A lo mejor tiene que haber otras personas en los despachos, pensando.

P. ¿Cree que se ha utilizado la voluntad ciudadana expresada en la elección de sus representantes políticos para ignorar las voces de muchísimos de esos mismos ciudadanos en las protestas?

R. Si eso ha sucedido es una gran error porque el rechazo a la guerra ha sido una decisión ciudadana. Esto no lo consigue ningún partido. Me parece que no es momento de líderes.Cada vez hay más conflictos en los que no hay interlocutores. Los partidos tienen que hacer una lectura sosegada y comprometida de lo que demanda la sociedad.

Libertad y seguridad

P. ¿De qué se quejan los andaluces en relación con el conflicto de Irak?

R. Tenemos abiertas quejas de oficio por parte de personas que residen cerca de las bases de Morón y Rota. Luego hemos recibido quejas más genéricas contra la guerra. Desde la sencillez de calificar la guerra como una barbaridad hasta planteamientos más desarrollados políticamente que critican al Gobierno.

P. ¿Qué se puede hacer?

R. Lo que yo he hecho es dar ánimo a la gente que se quiera manifestar y pedir que se respete al que no opine igual. Por supuesto, yo debo de prestarle más atención a los puntos que se ven directamente afectados por la guerra, como son las bases y las poblaciones cercanas.

P. ¿Se pide más seguridad que libertad?

R. Eso no es nuevo. En los años ochenta pasé una temporada en Alemania y todos los candidatos prometían seguridad. Entonces lo que exigían los ciudadanos era la seguridad del dinero,del puesto de trabajo, la seguridad ciudadana. Desde el 11 de septiembre hay que hablar de otra manera. El gran esfuerzo que tienen que hacer los partidos y la sociedad civil es compaginar libertades civiles y seguridad. Hasta que ese discurso no se equilibre la gente seguirá pidiendo seguridad en mayúscula, en minúscula y hasta subrayada.

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