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Reportaje:

El punto de vista de Dios

Sólo Rumsfeld y Urdaci creen que los telespectadores estamos enganchados a una sola cadena

La única vez que he visto sonreír en pantalla a Donald Rumsfeld, el americano impasible, fue en la primera rueda de prensa de la guerra, justamente cuando pronunció la única verdad que salió de sus labios en todo este horror. "Estamos en guerra y, como ustedes comprenderán, vamos a mentir", vino a decir al final de su intervención delante de los periodistas. Luego, de pasada, añadió una sibilina frase que no he visto comentada y que también es otra versión de la famosa paradoja del mentiroso que tan excelentemente acababa de ilustrar ("a partir de ahora, sólo cuando digo que miento estoy diciendo la verdad y siempre que digo la verdad estoy mintiendo"): nos advirtió sin medias tintas de que la guerra que veremos en los medios, especialmente en las pantallas, no es más que una parte de la guerra y no la más esencial. Como diciendo: los únicos que vemos toda la guerra, como sólo Dios puede ver estas cosas, somos cuatro (Bush, Powell, Cheney y yo) y todo lo demás es propaganda aliada coordinada desde el hollywoodiano plató de Doha por el austero general Franks o efectos especiales de Al Yazira, el segundo enemigo.

Comprendo muy bien la preocupación de Rumsfeld por el récord mediático desplegado en Irak y alrededores, algo nunca visto en una guerra, y ante la imposibilidad de controlar a toda la tropa informativa, lo mejor es disuadirla. Ustedes podrán contar y filmar lo que quieran, si les dejamos, pero siempre será parcial, subjetivo, anecdótico, colateral o tendencioso porque la gran exclusiva informativa del Pentágono es el punto de vista de Dios. De acuerdo, y seguramente muchos medios y periodistas, como ya estamos viendo, han renunciado de antemano a la objetividad y se han declarado beligerantes, y no sólo es el caso de la Fox News, que contrató como comentarista al famoso Oliver North, sino también de la CNN, la gran perdedora de la primera guerra digital (con permiso de la nuestra), cuyo corresponsal principal habla desde Kuwait y lo vemos sentado en primera fila, tomando notas, en las ruedas de prensa del general Franks.

Rumsfeld podrá disuadir a algunos medios, o a casi todos, pero lo desconoce todo del público global de esta guerra. Las pantallas, una a una, son parciales, tendenciosas y nunca podrán aspirar a la divina objetividad, vale, pero los telespectadores de la era digital, uno a uno, tenemos la bendita posibilidad de reproducir en nuestras casas el punto de vista de Dios por el sencillo truco de hacer zapping frenético entre las pantallas de la televisión herciana, las pantallas de la televisión por satélite y las pantallas de Internet. Y es lo que hacemos todo el tiempo, o, al menos, es lo que yo hago.

Sólo Rumsfeld y Urdaci creen que los telespectadores estamos enganchados a una sola cadena o señal en estos tiempos de lujuria audiovisual. Cada uno se fabrica el menú de la guerra como mejor pueda y crea conveniente. Por ejemplo, yo empiezo zapeando las páginas web que merecen más confianza, los cinco periódicos europeos de referencia y The New York Times, todos en información continua, on-line, y cuando me hago una idea de la situación, luego de haber votado aquí y allá, paso de la micropantalla de Internet a la macropantalla que tengo enganchada a los satélites Astra y Eutelsat. En este zapping digital no hay ningún rigor por mi parte, y salto de Fox News y CNN a Al Yazira y Abu Dhabi TV; de los eurocanales de información continua (Skynews, Raisatnews, Euronews, Itv, qué sé yo) a los del Magreb; de las cadenas piratas italianas del No o New Global a las cadenas oficiales del Pentágono en el Oriente Próximo. Organizo en mi cabeza la ensalada de imágenes, controladas y descontroladas, leo un poco, escucho algunas tertulias radiofónicas, también las de María Teresa Campos y, por último, tomo fuerzas a la espera del telediario de Urdaci; no para comprobar el tratamiento que hace de la guerra a base de conectar por videoconferencia con la Rodicio, sino para ver cómo se ensaña bélicamente con lo que hizo o dijo hoy la oposición, sin minutajes proporcionales ni leches parlamentarias, con una mirada todavía más impasible que la de Rumsfeld y sin utilizar como coartada moral la paradoja del mentiroso. Despedida y cierre del zapping.

Ya sé que exagero y que tengo más parábolas que la media, pero al final de la sesión, aunque sea menos frenética, te sale una visión de la guerra que en la práctica se puede parecer bastante al famoso punto de vista de Dios. Entre pitos analógicos, flautas digitales y redes internautas, la información acaba pasando y circulando masivamente por muchos filtros que le echen. Así es como se forma hoy la opinión pública mundial. Hablando del punto de vista de Dios, se me olvidaba una parada muy concreta en mi diario zapeo satelitario: Telepace, la cadena del Vaticano. Wojtyla está que trina con nuestro hombrecillo después de haberle regalado un rosario en la última audiencia, que fue cumbre borrascosa. Acabará excomulgando a Urdaci, ya lo verán.

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