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Reportaje:FÚTBOL | La jornada de Liga

La reinvención de Aguilera

La casualidad lleva al capitán del Atlético a marcar de cabeza por primera vez en 15 años

Pura casualidad. La nueva faceta de Aguilera como saltarín cabeceador, hombre de área, lector privilegiado de las secretas claves del balón parado, de la estrategia, no responde a ningún código secreto suministrado por Luis Aragonés, su técnico. Tras 15 años sin sentir la necesidad de colarse en el barullo del área tras un córner y desplegando los codos, el capitán rojiblanco lleva dos goles de cabeza, uno al Xerez, en la Copa, y otro al Valencia, en la Liga, el sábado pasado. Los primeros de su vida. Y no encuentra la razón.

Aguilera poco menos que asegura que pasaba por allí y se encontró la pelota. "A mí me dice Emerson que suba a rematar y yo subo a ver qué pasa", cuenta el lateral. "Me beneficia que a mí me vigilan menos porque soy bajito [1,71 metros], pero eso no quiere decir que ahora me vaya a hinchar a meter goles de cabeza. Que nadie se piense eso", advierte el capitán rojiblanco, que rehusa la idea de convertirse en una pieza angular de la estrategia. "No había nada pensado, no fue una cosa premeditada", insiste el madrileño. "Fue un gol que se podría definir casi de anormal porque Aguilera no sube a rematar los córners. No está previsto", apostilla Luis.

Al entrenador le gusta charlar con Albertini, tras los entrenamientos, sujetándole por los hombros para susurrarle estrategias al oído mientras la plantilla se recoge en la caseta. Sabe lo que hace. Las jugadas a balón parado dan a los rojiblancos un tercio de sus goles, 13 de los 38 que han marcado en la Liga. Y Albertini ha sido protagonista en cinco de ellos. Pero nada que ver con Aguilera, que, a sus 33 años ha marcado sus dos primeros goles de cabeza de su vida esta temporada. "No es nada premeditado. Sencillamente, aparecía por allí y metí la frente casi con los ojos cerrados", confiesa con una sonrisa pícara. "A los bajitos nos dejan más sueltos y casi no nos hacen caso. Así que es más fácil sorprender", agrega sin dar demasiada importancia al asunto.

En enero pasado, el lateral marcó ante el Xerez, en la Copa. De cabeza. Entonces, al margen de la sorpresa que supuso que un futbolista que nunca remata de esa manera, marcase, nadie le dio trascendencia. El sábado pasado, su cabeza volvió a emerger entre la maraña de defensores valencianistas para clavar la pelota en la red. "Ha sido mérito del jugador, que ha encontrado muy listo el hueco", delaró admirativo Rafa Benítez, el técnico del Valencia.

Albertini mueve las manos, enseña los dedos: uno, dos, tres. Cada signo supone que el italiano va a poner "la pelota en un punto concreto", como él mismo explica. El sábado pasado, según Albertini, no pensaba en la irrupción de Aguilera. "La quería poner exactamente en ese espacio para que entrase un centrocampista o José Mari", relata; "sí, también Aguilera, pero no específicamente".

"Siempre me ha gustado ese tipo de jugada", confiesa el italiano. Muy distinto es el caso de Aguilera, que ni siquiera cuando comenzó en el Atlético con 18 años, le apodaban El Niño y jugaba de extremo, se ha caracterizado por su amor al balón parado.

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