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QUINTO ANIVERSARIO DE `CIBERPAIS´ | LA RED

El sueño de Internet sigue vivo

La televisión necesitó 8 años más para entrar en los mismos hogares que la 'web' - El actual sistema de direcciones se agotará en el año 2008 - Penoso retraso de España en el acceso a la Red y en tecnologías

Tomàs Delclós

Internet está en su infancia. Lo dice Vinton Cerf, uno de sus padres. Según los expertos, de todo lo que puede inventarse en Internet apenas se ha inventado el 20%. Pero Internet crece rápido. La televisión necesitó 13 años para llegar a 50 millones de hogares. Internet alcanzó esta cifra en cinco. Si en diciembre de 1998 había unos 180 millones de internautas, a principios de 2003 la gran tribu de navegantes era de 600 millones.

Y los sueños siguen vivos. Tim Berners-Lee, que inventó la web, cree que Internet ha cerrado una primera fase, en la que es "un enorme libro de consulta". Ahora iniciamos la segunda, que lo convertirá en la mayor base de datos. Para ello la relación con la máquina ha de ser más amigable, los programas han de ahorrar al internauta trámites, han de comprender lo que quiere y saber buscarlo por su cuenta. Es el reto de la web semántica.

El futuro ya no es lo que era, dijo el poeta, e Internet contribuye extremadamente a cambiar este futuro. Cada vez más, se usará Internet sin necesidad de saber que estamos en él. Cursa, y cursará todavía más, datos y voz; aumentará la movilidad de las máquinas conectadas, llegará a los electrodomésticos y modificará el acceso a la información. Nadie duda de que todo esto pasará. Ya está pasando. Más difícil es acertar las fechas de este proceso.

La literatura profética está desprestigiada por el espectacular volumen de augurios incumplidos. El mismo Nicholas Negroponte, que tan brillantemente formuló el paso de una economía del átomo a la economía del bit, estaba convencido a finales de 1997 de que la publicidad en Internet haría que las operadoras de telecomunicaciones pagasen al usuario por utilizar estos servicios. No ha sido así y, en estos momentos, la cultura de lo gratis, porque los anunciantes pagarán la factura, camina hacia una oferta de pago de servicios con valor añadido.

El crecimiento de la Red no es ajeno a tensiones. Más de una vez ha sufrido la infección de virus de gran malignidad que saturaban su tráfico o ataques de denegación de servicio..., y ha resistido a pesar de su fragilidad.

El actual sistema de direcciones permite atribuir unos 4.300 millones, y más de 2.500 millones de ellas se repartieron a mitad de la década de 1980. Según el Internet Engineering Task Force (IETF), se agotarán hacia 2008. Ante este horizonte, el IETF promueve la migración del actual protocolo que sustenta la Red, el Ipv4, a uno nuevo, el Ipv6, cuyo diseño se inició en 1991. La diferencia entre ambos es que las direcciones en Ipv4 son de 32 bits. Las del ipv6 tienen 128 bits, que permiten disponer de 340 trillones de trillones de direcciones.

Mejor caos que censura

Otra tensión está entre la belleza de una Red abierta y colaborativa y los usos maliciosos por parte de delincuentes de distinto pelaje. Un alto tribunal norteamericano dictaminó en la década de 1990, que Internet era el caos, pero que siempre era preferible a una mengua de las libertades.

Internet no puede hacer la vida más fácil al terrorismo, pero la búsqueda de mayor seguridad no puede empujar, como ocurre en Estados Unidos tras el 11 de septiembre, a los gobiernos a querer romper las protecciones de la privacidad.

La Red es un nuevo continente y eso hace difícil que los gobiernos nacionales ejerzan su soberanía territorial sobre un espacio virtual. El episodio, en 2000, de un juez francés reclamando que las leyes francesas también rigen en el Internet francés y condenando a una empresa norteamericana, Yahoo, por mantener subastas de souvenirs nazis es una muestra de estas dificultades.

Lo mismo ocurre con la fiscalidad del comercio electrónico, distinta en Europa que en Estados Unidos, o con la difícil persecución de delincuentes que albergan sus páginas en paraísos digitales.

Pero estos episodios no permiten, como algunos han intentado, convertir Internet en el mayordomo del crimen. La Red está llena de movimientos solidarios, inciativas altruistas que mantienen la cultura fundacional.

En el caso de Internet, además, el retroceso es imposible. Paso a paso, se va levantando una sociedad en Red, con obvias desigualdades, que mejora la eficiencia corporativa y da al ciudadano una capacidad de conectar con otros impensable hace una década.

España también vive este proceso, pero con penoso retraso. La sociedad de la información en España se sitúa a 12 años de Europa y a 50 de EE UU, según la radiografía publicada en 2001 por SEDISI. El crecimiento exponencial de Internet se ha parado, como en otros países, pero mientras la tasa de penetración de Internet ronda el 23% entre los mayores de 14 años, en Estados Unidos, Noruega o Reino Unido ya ha superado largamente el 50% y la Europa comunitaria mayoritariamente está acercándose al 40%. Mientras, los rumbosos planes de la Administración para divulgar la cultura digital se incumplen.

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