Vieja nueva vida
Los dolores de parto que abrieron el primer capítulo de Una nueva vida (22.00, Tele 5), la apuesta de ficción que ha sustituido a la exitosa Hospital Central, resumen la intención realista de la serie y un punto de vista que da prioridad al protagonismo de la mujer sobre el hombre. Ésta es, en principio, la novedad de la propuesta. Quien tiene problemas de relación con su familia por dedicarse demasiado a su trabajo, quien descuida sus afectos y desatiende sus compromisos, quien se debate entre la espada de la responsabilidad y la pared de la ambición no es un profesional competente sino una ginecóloga, Laura, interpretada por Nieve de Medina.
Esta inversión de género de los tópicos habituales no logra evitar la permanente sensación de déjà-vu. Otra cosa es que nos guste volver a ver lo mismo de siempre y que podamos sentirnos atraídos por esta mezcla de conflictos sentimentales, morales y de competencia entre un marido pediatra (interpretado por Abel Folk) y su esposa ginecóloga, rodeados de secundarios inquietantes, algunos de los cuales, interpretados por Diego Martín y Adolfo Fernández, todavía no han tenido tiempo de quitarse el uniforme de policías de la serie en la que trabajaban hasta hace muy poco y ya están enfundándose el de médicos. Éste es otro factor que desconcierta un poco: necesitaremos algunos capítulos para acostumbrarnos a la nueva personalidad de Adolfo Fernández, tan intenso y convincente en su precedente papel de policía secreta con problemas y ahora dando vida a un atento y cariñoso soltero independiente.
Como paisaje de fondo, la problemática de la sanidad privada y pública y los tejemanejes que enturbian el submundo de especuladores de la salud. Pero, en general, pese a estas leves pinceladas de denuncia, el planteamiento de las tramas es algo plano, buscando la lágrima liberadora y la aceptación fácil e inmediata de un abanico de público lo más convencional posible. A veces, este tipo de series parecen más una forma de mantener viva la industria, de dar trabajo honrado a profesionales, que una apuesta realmente diferenciada de sus predecesoras. Producto de relleno, pues, aunque muy digno, Una nueva vida tiene poco de nuevo y veremos si no fallece prematuramente devorada por las despiadadas leyes de la audiencia.
[La producción Una nueva vida fue seguida el pasado martes, día de su estreno, por una media de 3.171.000 espectadores, un 19% de cuota de pantalla].
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