En la escena del crimen

A fuerza de escribir novelas como Grupo de Noche, cada vez más sobrias y directas, Juan Madrid se ha convertido en un clásico viviente de la novela negra española. De la novela verdaderamente "negra", aquella que inventó Dashiell Hammet al devolver el crimen a los callejones oscuros y rescatarlo de los salones burgueses donde lo había encerrado Agatha Christie. Para Juan Madrid, este género no es un pretexto, sino toda una vocación personal y literaria. Lo suyo es la acción, las descripciones escuetas pero significativas de los personajes y los diálogos restallantes. Y ello al servicio de argumentos situados en esa zona de penumbras donde compadrean los negocios más sucios del capitalismo -la especulación inmobiliaria en el caso de Grupo de Noche- con el mundo marginal de guardaespaldas, matones, prostitutas, fulleros y toda suerte de pícaros y buscavidas. Una zona en la que los policías, con sueldo escaso y muchas tentaciones al alcance de la mano, tienen que hacer esfuerzos titánicos para no situarse del otro lado de la ley.

¿Se corrompió Antonio Carpintero, alias Toni Romano, cuando fue jefe del Grupo de Noche de una céntrica comisaría de Madrid? Afectado por un serio deterioro de la memoria, el ex policía y ahora vigilante en un casino no lo sabe, no lo recuerda. Su búsqueda de su viejo amigo Nico -un tema básico de la novela negra- será también la exploración de su propio pasado. En el camino, Juan Madrid, que fue reportero y pone los instrumentos de ese oficio al servicio de sus obras de ficción, hace descripciones de los bajos fondos de Madrid que, en vez de tanta información institucional, uno desearía ver en las páginas de local de los diarios. De hecho, uno de los reproches que cabe hacerle a Grupo de Noche es que presenta demasiados ambientes, personajes y situaciones interesantes, lo que en ocasiones dificulta la lectura. Con lo que ha metido en esta novela, Juan Madrid podría haber sacado otras dos o tres.

A Juan Madrid también

puede amonestársele por una velocidad de la narración y una circunspección de estilo excesivas. El suyo es un buen jamón de pata negra al que se le echa en falta de vez en cuando un poco de tocino. El tocino de momentos para la pausa, la recapitulación, la reflexión. Quizá sea exceso de celo. En esta obra, Juan Madrid pone sus cartas sobre la mesa y, a través de la lectura que hace Toni Romano de Caballería Roja, de Isaac Babel, nos informa de que le gustan los cuentos y las novelas en las que el autor va directo al grano, busca la síntesis, clarifica la realidad, que ya es "bastante oscura y opaca", con narraciones "lo más transparentes y verdaderas posibles". Por si alguien tenía alguna duda, Juan Madrid menciona a algunos de esos autores: el propio Babel, Kafka, Hammet, Hemingway... Así que al terminar Grupo de Noche, sabemos que Juan Madrid admira este linaje literario, valora mucho la amistad masculina, sigue intentando desentrañar el apasionante misterio que encierra cada mujer y cree que el mayor peligro para todos y cada uno de nosotros son los políticos, empresarios y propagandistas en el poder, esos que "han decretado el final de lo público".