_
_
_
_
FÚTBOL | La jornada de Liga

La distancia impuso la paz

Cada afición vivió el 'derby' en su propio estadio y apenas se registraron incidentes

Ni una sola garganta gritó gol en la grada del Ruiz de Lopera cuando, a falta de un cuarto de hora para el final del derby, Marcos Vales hizo el tanto de la victoria del Sevilla. Tan solo Antoñito, el autor del pase, se hizo escuchar cuando, en la celebración del gol, se encaró con los ultras del Betis para celebrar el tanto de su compañero. Una provocación innecesaria que sólo pudo costarle un disgusto al fútbolista sevillano.

Unas pocas manzanas más allá, en el Sánchez Pizjuán, alrededor de 10.000 sevillistas estallaron de júbilo en ese mismo instante. Las sucesivas repeticiones de la jugada del gol en las tres pantallas gigantes instaladas por el Sevilla en su estadio permitieron a los socios disfrutar del momento una y otra vez. Nunca antes se había cantado tantas veces el mismo gol en aquel campo.

En el anómalo domingo de fútbol provocado por la decisión del Betis de no vender entradas, no faltaron en el Sánchez Pizjuán ni los papeles de colores cuando el Sevilla saltó al campo rival, ni los abucheos cuando fueron los jugadores béticos los que aparecieron por el túnel de vestuarios, ni los abucheos cada vez que Lopera aparecía en pantalla.

Antes del partido, el Sánchez Pizjuán vivió en sus aledaños el ambiente de un domingo de fútbol más: allí había puestos de perritos calientes, chucherías y algún que otro policía; en el interior, bufandas, pancartas, cánticos y vigilantes de seguridad a pie de césped.

En el Ruiz de Lopera, el ambiente de gala que los socios prepararon para recibir al vecino se vio empañado drásticamente con el gol sevillista. A falta de muchos minutos aún para el final del encuentro, el tanto de Marcos Vales dio comienzo al triste peregrinar de abonados béticos escaleras abajo, camino del exterior del estadio.

Al menos, la decisión de separar a ambas aficiones e impedir que los sevillistas acudieran al Ruiz de Lopera favoreció que apenas se registraran incidentes en los aledaños del campo antes del partido.

El fuerte dispositivo policial sólo tuvo que entrar en funcionamiento cuando, una hora antes del comienzo del partido, los aficionados radicales del Betis empezaron a quemar papeleras y tumbar contenedores en la calle Tajo, su habitual punto de encuentro.

Las unidades antidisturbios cargaron con contundencia, tres veces, una cada diez minutos. No hubo detenidos ni heridos graves, pero la operación policial consiguió su objetivo: a las 20.00, la calle estaba cortada por la policía, los locales que venden bebidas y bocadillos fueron cerrados, y los ultras enfilaban con antelación el camino de la grada.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_