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Téllez regresa al túnel

El central del Alavés se somete a un tratamiento para curar su gordura

La vida nunca ha sido fácil para Óscar Téllez. Ni siquiera ahora, que pronto cumplirá 28 años y se supone que debería vivir la plenitud de su carrera. Como futbolista lo tiene todo para triunfar. Tiene condiciones excepcionales: un cuerpo que, en una situación normal, le permite defender a cualquier delantero por su potencia y agilidad; una pierna zurda que le faculta para organizar a un equipo desde atrás; y, si está centrado, es capaz de compenetrarse con cualquiera. Hace un año y dos meses, él y Coloccini eran considerados con toda justicia la mejor defensa de la Liga. Ellos hicieron líder al Alavés por una jornada. La sociedad, sin embargo, se ha roto. El argentino, en el Atlético. Y el madrileño, en el túnel. Otra vez.

Ahora son los problemas de sobrepeso. Ni él ni el Alavés han encontrado la fórmula para curar lo que ya no dudan en considerar una enfermedad. "Desarreglos metabólicos", lo califica Mané. Ante la ineficacia de otros remedios, el club y él, de mutuo acuerdo, han decidido poner el caso en manos de los médicos. Le han recetado un mes de trabajo apartado del grupo -aunque de vez en cuando se unirá a sus compañeros-, con entrenamientos específicos, horarios diferentes y costumbres saludables, incluidos los paseos por el monte. En un mes se conocerá el resultado de la terapia.

El presente y el futuro de Téllez están condicionados por su pasado. Nacido en Mejorada del Campo, un suburbio madrileño, en una familia humilde que se ha descompuesto con los años (rompió la relación con su padre, discapacitado, que abandonó el hogar), Óscar, primogénito, tuvo la posibilidad de triunfar pronto. Logró una de las tres plazas convocadas por el Real Madrid para el equipo infantil, entre 5.000 niños aspirantes. En su etapa con el equipo sub 19, Benito Floro le ofreció ascender al primer equipo. Sólo le puso una condición: reducir su peso. Téllez llegó demasiado lejos, porque se le terminó diagnosticando un principio de anorexia. Aquello supuso su adiós precipitado al primer equipo y a la entidad.

Aquél supuso el primero de muchos episodios fuera de lo común en un futbolista especial. Su complexión física, con un cuerpo ancho y una musculación desarrollada, hacen que Téllez parezca pesado, aunque no siempre sea así.

Por una u otra razón, el futbolista nunca ha conocido la paz. Sólo su carácter luchador le ha permitido salir a flote. Empezó desde cero, en el Moscardó de Tercera. Sus padres y su hermano menor dependían de su sueldo, pero no daba para mucho. "Estuve a punto de dejar el fútbol", admite Téllez habitualmente, aunque hace meses que no habla con la prensa. "Tenía que trabajar para llevar dinero a casa. Estuvieron a punto de embargarnos, pero mi madre no me permitió dejar el fútbol".Así, ascendió a Segunda B. Primero en el Aranjuez, luego en el Pontevedra. Hasta que lo fichó el Alavés en 1997, aunque aquello le costó un juicio y una sentencia contraria por no pagar la cláusula de rescisión. En Vitoria vivió un año de calma, antes de su fugaz paso por el Valencia y el Villarreal. El Alavés ha sido siempre su refugio, un lugar donde se ha sabido comprender su carácter ciclotímico. Sin embargo, la paciencia de Mané ha llegado a un límite. En verano, una fuerte discusión durante la pretemporada le puso el cartel de transferible. Para colmo, poco después de nacer su hija, empezada ya la Liga, golpeó a un familiar de su compañera (ahora ex pareja) que le llevó a los tribunales. Tanto vaivén se ha traducido en un rendimiento deportivo bajo. Muchos clubes británicos han desfilado en los últimos meses por Vitoria. El último, el Bolton hace apenas un mes. Pero ninguno lo ha terminado por comprar. Y ahora menos. Bastante tendrá con recuperarse y volver a hacerse un hueco en el equipo y ganar una paz interior que se le resiste.

Óscar Téllez.
Óscar Téllez.L. RICO

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