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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Jeanne Stuart, la estrella de los Rothschild

Creció con el nombre de Ivy Sweet, debutó en el cine y el teatro como Jeanne Stuart y murió el pasado miércoles, a los 94 años de edad, como baronesa Rothschild. Mujer de extraordinaria belleza, de cuna londinense, dejó un reguero de pretendientes -el actor James Stewart y el conde de Carnarvon, entre los mencionados por la prensa-, antes de contraer matrimonio con el barón Eugene Rothschild, en 1952.

La boda se celebró en Long Island, en el Estado de Nueva York, adonde ambos habían emigrado por rutas paralelas tras la II Guerra Mundial. El barón, que vio parte de su fortuna confiscada por los nazis y tuvo que pagar un cuantioso rescate para salvar a su hermano Louis de la Gestapo, encontró finalmente a su estrella. O, según la descripción de su ama de casa, genuina celestina en la relación, descubrió a una joven inglesa que "no era propiamente estrella de cine, sino una debutante al estrellato". Su belleza, en cambio, nadie la discutió. "Rara vez había visto una cara más bonita, un escote más deslumbrante y unas curvas más voluptuosas", escribió la condesa Cecilia Sternberg de su entonces rival en cuestiones de corazón. "Conservó hasta el final la hermosura que atrajo a tantos hacia ella", se lee en el obituario de la actriz publicado ayer en el diario The Daily Telegraph.

Jeanne Stuart vivió su más fructífera fase profesional en los treinta. Había ya abandonado el hogar paterno, en el barrio de Hampstead, decidida a labrarse una carrera en el escenario y los platós. Debutó con 15 años, como bailarina en una compañía itinerante, y pronto se hizo un hueco en comedias y obras de suspense y misterio, tanto en el teatro como en el cine.

No aparecen grandes títulos entre su filmografía, que incluye A Safe Affair, The Great Defender, Mischief y hasta una veintena de películas. No obstante, compartió cartel con Ralph Richardson, Margaret Lockwood y Cedric Hardwicke, entre otros actores renombrados, y trabajó bajo las órdenes de Korda y Antonioni.

Descendiente de la rama austriaca del clan Rothschild, el barón Eugene acogió en su hogar al duque de Windsor en los meses siguientes a su abdicación de la corona británica, en 1937. Todavía lloraba la muerte, nueve años después, de su mujer, Kitty Wolf, cuando conoció a Jeanne Stuart. La bella actirz había pasado por un matrimonio nefasto -acusada de adulterio por su primer marido, el industrial británico Bernard Docker, quien eliminó cualquier alusión a la relación en posteriores referencias- y muchos auguraron un segundo desastre. La realidad fue muy distinta. La nueva baronesa se convirtió en pilar de la familia y colaboró con su esposo en la recuperación de las propiedades perdidas en la guerra.

Ambos se trasladaron de Nueva York a Montecarlo, donde entablaron amistad con el príncipe Raniero y la princesa Grace. La duquesa compartió sus conocimientos del estrado con grupos teatrales de Mónaco y sustentó económicamente un centro de atención para actores jubilados. Cuidó del barón hasta su fallecimiento, en 1976, a los 92 años de edad. Jeanne Stuart pasó su viudez en su residencia de Mónaco, donde la muerte le sorprendió mientra dormía el pasado día 12. Tenía 94 años pero, según sus allegados, aparentaba 20 menos.

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