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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Fiesta en el límite

- Uno es de lo que se ríe. VIII Premi Internacional d'Humor El Gat Perich. La cosa consiste en a) irse a Llançà en tren privado -como la reina Victoria, pero con menos whisky; Victory the Queen, de hecho, bebía más que la Reina de Jaba; cuando se aplicaba no deJaba ni gota-, b) llegar a Llançà, c) comer en Llançà como para una boda, d) abordar lo del premio -este año se lo lleva Ferreres; Ferreres es grande; no se pierdan su última página en El Periódico- y e) volverse a Barcelona en el tren y agarrado a una copa de Knockando, en el caso del pollo que firma estas líneas, f) un tanto knoqueado. Pero la cosa también consiste en pasar el día con los mejores profesionales del humor. Hablando del tema -el humor y el hambre se parecen en que sólo pueden teorizarlos quienes lo padecen-. El humor, por cierto, es el límite que cada sociedad se fija sobre lo opinable. La historia del humor por aquí abajo en los últimos veintipico de años es la historia de la libertad de expresión. La historia de un límite.

- La risa y el olvido. Vaya, si ya estamos en Llançà. En la estación nos reciben las fuerzas vivas de la localidad, que participan en el Premi d'Humor con el último chiste local -les han recalificado una playa hawaiana-. Croquetas. Comilona. Entrega del premio. Parlamentos. La cosa se anima. Joaquim Nadal explica un chiste, que finaliza con Sant Josep matando al Espíritu Santo. Comentario de Carod Rovira: "Molt interessant això d'un Colom pel terra". Aparece un imitador de Trias que, fonéticamente, es el nostre Xiquito de la Calçada -"estic molt agraït que aquest dinar sigui a Llançà, i no a Towedenbawa"-. Ignasi Riera habla de Autopista, de Perich, aquel librito que amplió el límite. Nos lee un poema Núria Feliu, la tieta de Cataluña, que siempre está en todos los ajos. Si fuéramos norteamericanos, habría estado en el Columbia.

- El límite. En el tren de vuelta hablo con Ferreres, ese señor que decidió dibujar a Pujol con los ojos cerrados. En el futuro, gracias a Ferreres y al creativo de Wonderbra, nadie recordará de qué color eran los ojos de Pujol o de la chica del anuncio de Wonderbra. Ferreres me explica la ecuación de su metáfora: "Los ojos cerrados y las cejas apretadas denotan concentración, seriedad, autoridad, sí, pero también estoy-diciendo-esto-y-no-quiero-ver-nada-más". Hablamos sobre el límite del humor esta mañana a primera hora. Tesis mía: aunque cueste creerlo, tras lo de los Goya, no creo que el límite ahora sea el Estado o el Gobierno. Tesis de Ferreres: "El PSOE ahora se opone a la guerra de Irak, pero hace 12 años era de un belicismo como ahora igual no lo es el PP. Si el PSOE volviera a mandar, sería pro guerra. El PP no es el mal. Es una ideología, como el PSOE" -y aquí, tachán-tachán, se sella la meditación de Ferreres sobre el límite-, "las ideologías no cuentan, hoy lo que cuentan son los intereses".

- El mar, que es el morirse de risa. Hablo con Fer -Historias Fermosas, El Puti Club, l'acudit de l'Avui-, alma de este premio-excursión anual. "Cuando murió Perich, yo estaba en Llançà. En un restaurante. Empecé a dibujar gatos de Perich en el mantel. Nació la idea de dar el premio, y en Llançà. Este premio no tendría lugar en Barcelona". Hojeo lo que no tendría lugar en BCN. Los amigos de Perich siguen con el Knockando, actividad que es, como el resto de actividades del día, un homenaje a Perich -Perich, al morir, al pasar el límite, dejó un vaso de Knockando a la mitad-. Los hijos de los humoristas -esos señores que viven de explorar el límite- aún no conocen el concepto límite. El maquinista les deja tocar el pito del tren y van más contentos que una anchoa. Una imagen bella de la felicidad extrema. Es decir, del desconocimiento del límite.

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