"Quería seguir, pero no podía"
Array
Solari nunca se perdió una convocatoria por lesión en los cinco años que lleva en España. Su parte médico sólo registra dos contusiones. La última, el domingo, le dejó fuera de combate en su reaparición en el Madrid y cuando más necesitaba de su buena salud. Solari acumuló tanta tensión en enero que su músculo vasto izquierdo no debía de estar en las mejores condiciones para recibir un rodillazo, entre la rótula y la carne, y seguir funcionando. Al verlo cojo, Hierro le animó a que pidiera el cambio. Se fue al banquillo de Montjuïc maldiciendo y con los ojos llenos de lágrimas."No podía correr", dijo ayer; "yo quería seguir, por cabezón, pero no podía porque se me había inflamado la rodilla".
Fuera de una convocatoria de la Liga desde el 21 de diciembre pasado por imposición política de la directiva del Madrid, después de un mes esperando que el Inter de Milán comprara su traspaso, Solari quería volver a sentirse parte de la plantilla blanca cuando en el minuto 60 Vicente del Bosque le llamó para intentar la remontada ante el Espanyol. El Madrid perdía por 2-0 y en la portería de enfrente no estaba cualquier guardameta. Allí sacaba pecho Toni Jiménez, un jugador que, cuando compartía vestuario con Solari en el Atlético, intentó evitar que el argentino asistiera a la cena de fin de temporada de la plantilla. Toni acababa de cometer un terrible error en la final de Copa que perdió el Atlético en 2000, frente al Espanyol precisamente, y ya daba síntomas de vivir la profesión como un suplicio. Veía conspiradores por todas partes y ese incidente fue el broche patético del año del descenso.
Solari pisó el césped de Montjuïc con el manómetro al límite. Por su verticalidad y por el despliegue que ofrece, ya en el River Plate, el técnico Ramón Díaz le sacaba en las segundas partes para enderezar los partidos. Del Bosque hizo lo mismo y ahí fue Solari, derecho hacia la portería de Toni. Tiró una pared con Figo y remató a bocajarro contra su ex compañero: fuera. A los cinco minutos se lanzó a por un balón dividido y chocó con Domoraud. El francés le clavó la rodilla en la rótula izquierda. El dolor le paralizó. Precisamente en el momento y en el escenario que le podía devolver al lugar de aprecio que se ganó entre la afición madridista. Anestesiado, quiso seguir, pero no pudo.
"Sólo es un golpe", comentó sin querer hablar más del asunto; "mala suerte".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.