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"Gente muy valiente"

"La gente de Eslida es gente muy valiente". La alcaldesa de la localidad más próxima a las llamas, María del Carmen Miravet, trataba de justificar ayer el "plante" que protagonizaron sus vecinos ante la orden de evacuación obligada que se decretó a última hora del viernes. "La gente no veía el peligro que decían los técnicos", señaló y que, al parecer, se debía al humo procedente de los distintos focos. "La gente no se lo creía", aseveró. Y es que el municipio de Eslida, enclavado en pleno parque natural de la Sierra de Espadán y rodeado de montañas, ha vivido, con éste, los tres incendios más importantes de los últimos 70 años.

El primero, según recordaba Vicente Galindo, un vecino casi octogenario, fue durante la Guerra Civil. Los bombardeos y la artillería provocaron un incendio que rodeó al pueblo y provocó que las llamas incluso afectaran al casco urbano. "Entonces, sí que tuvimos que evacuar. Yo era niño y mi padre me dijo que dejábamos nuestra casa durante unas horas, pero tardamos meses en volver", contaba.

Galindo también recuerda otro incendio que arrasó 4.000 hectáreas del parque natural. Entonces, las llamas se localizaron algo más alejadas del nucleo urbano, pero afectaron a una superficie mucho mayor que la del fuego declarado el viernes. "A la gente de fuera le impresionará", sostiene, "pero nosotros ya estamos casi acostumbrados".

Muy cerca

La espera de la salida del sol, en la madrugada del sábado, fue eterna para algunos vecinos. Los más mayores y las familias con niños optaron por abandonar la población mientras que otros permanecían pegados a las ventanas con las maletas preparadas por si era necesario abandonar sus casas. "Yo he pasado toda la noche preocupada", indicó Miravet, "porque el fuego estaba muy cerca del pueblo"."Pero, por otro lado, estaba tranquila porque veía muchos bomberos y muchos medios trabajando para acabar con las llamas", agregó.

Con el semblante serio y evidentes muestras de cansancio, la alcaldesa permanecía ayer en el puesto de mando a la espera de noticias y dispuesta a colaborar en lo posible. Uno de los centros de "reunión" fue el Bar Paquita. Pese a la gélida noche, que obligó a la mayoría de los vecinos a cobijarse en sus hogares, el establecimiento acogió a los más atrevidos. Según Rafael Pitarch, la del viernes, "fue una noche normal para nosotros. Sí hubo quien se acercó para comentar, pero hacía mucho frío".

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El municipio volvía a una cierta "normalidad", pese a que el incendio no estaba controlado. Decenas de vehículos de bomberos y personas tiznadas ocupaban sus calles aunque, como señaló la alcaldesa, "el daño ya está hecho".

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