La doble vida de un chico "apocado"
Tres mujeres entradas en años lloraban ayer junto al portal número 7 de la calle de Llevant, conocida como paseo de Camarón. Se lamentaban por la triste suerte de una familia que lo "ha dado todo por los hijos: todos han estudiado y estaban bien colocados". Conocían "desde chico" a Juan José Pérez Rangel, el presunto autor de los dos crímenes del aparcamiento del Putxet, y no daban crédito a las acusaciones que se ciernen sobre él. Un familiar cercano que no quiere desvelar su identidad aporta nuevos datos sobre la personalidad de Pérez Rangel que apuntan a una secreta doble vida.
"Juanjo es un chico endeble, con menos fuerza que un mosquito, y no me cabe en la cabeza que pudiera atacar a dos mujeres", señala el familiar, quien además asegura que sentía una fuerte aprensión por la sangre: "Su madre se tenía que pelear con él para que pusiera la inyección de insulina a su abuela", que vivía en el mismo domicilio.
"Es un chico apocado, un poco cagueta, sin amistades en el barrio", señala un vecino del rellano del joven detenido, quien recuerda que a Juanjo le apodaban el tonto de pequeño "porque en la calle le pegaban y él nunca se volvía". El vecino explica que el acusado estudió en el instituto Túrbula de Sant Adrià de Besòs y que cursó posterioremente formación profesional. Este vecino, que asegura que Pérez Rangel se movía en moto por los barrios altos de Barcelona desde adolescente, recuerda también que trabajó como fresador en una empresa de su tío en Granollers y después en una fábrica textil de la misma localidad.
Todas las fuentes consultadas se muestran escépticas ante el móvil económico como causa de los asesinatos. "Dinero no le faltaba.Iba muy bien vestido y llevaba dinero a casa", apunta la vecina del piso de al lado. Asegura que a principios de la semana pasada vio que Juanjo, "que es bastante guapetón y presumido", iba acompañado de una mujer joven y rubia al salir del domicilio familiar. La vecina se alegró "porque nunca traía a nadie", dice, "parecía que se avergonzara del barrio".
El Putxet, en cambio, representa la otra cara de la vida de Juanjo. Allí había mantenido otra relación con una mujer que trabajaba en un bar de alterne. Había alquilado un piso para estar cerca de ella y una plaza en el aparcamiento que fue el escenario de los crímenes. Vecinos y familiares sabían que Juanjo se movía por la zona alta de Barcelona, pero desconocían con quién y por qué. "Es como si fuera otra persona. Si ha sido él, se le debe de haber ido la cabeza", apunta el familiar del acusado.
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