El aparejador de Osuna ratifica que Urbanismo obligó a mantener el muro del Bazar España
Camarero niega que pidiera una segunda licencia de demolición a espaldas de Recuenco
Ayer, al fin, tras tres sesiones del juicio por el caso Bazar España expresamente dedicadas a la declaración del arquitecto Luis Recuenco, éste concluyó su intervención, subió al estrado al arquitecto técnico y apoderado de Inmobiliaria Osuna Antonio Camarero y, ante dos versiones distintas, empezaron a aparecer coincidencias y contradicciones. Camarero, a preguntas de la Fiscalía, ratificó la versión de Recuenco: fue la Gerencia de Urbanismo la que les obligó a mantener en pie el muro del Bazar España, que luego se derrumbó el 31 de diciembre de 1998 y causó la muerte de cinco personas. Sin embargo, el aparejador negó que él pidiera una segunda licencia de demolición a espaldas del arquitecto.
El juez de la causa, Rafael Tirado, decidió celebrar desde ayer mismo sesiones de mañana y tarde, dado el alarmante retraso que acumula la vista. Esa dilación en el guión de declaraciones y testimonios previsto obedece a múltiples factores: la complejidad propia de un proceso en el que intervienen 13 abogados más la Fiscalía; los problemas sufridos con el estenotipista encargado de levantar acta de las sesiones, que realizó un trabajo ininteligible; la dificultad, ayer, de la puesta en marcha del sistema de grabación digital en vídeo; y, sin duda, la compleja, repetitiva y farragosa declaración de Luis Recuenco, el arquitecto que diseñó y dirigió el proyecto de demolición del Bazar España.
En su última intervención, Recuenco, a preguntas de su propio abogado, insistió ayer en señalar el "magnífico" estado del muro cuando lo dejaron exento al derribar las construcciones interiores y en achacar la culpa del derrumbe al viento. "En Sevilla existen cientos de muros como el nuestro, y están todos perfectamente", aseguró.
Recuenco, que sugirió varias veces correcciones a las actas de las sesiones previas reconstruidas el lunes con el consenso de todos los letrados, llegó a desesperar al juez, que se mostró visiblemente agobiado por el retraso que ha provocado la pesada declaración del arquitecto en el desarrollo del juicio. Hasta en cinco ocasiones interrumpió Tirado al arquitecto para pedirle brevedad en sus respuestas.
El ritmo del juicio cambió con la llegada al estrado de Antonio Camarero y, sobre todo, con la vuelta a las preguntas del fiscal. Camarero reconoció que ni él ni Osuna supieron de la declaración de ruina que pesaba sobre el Bazar España hasta enero de 1998, cuando Urbanismo se refirió al mismo en un escrito que dirigió a la constructora, pero certificó el buen estado del muro sustentándose en un vídeo previo al derrumbe que ha aportado como prueba.
Puntos tangentes
De entre los puntos tangentes entre su declaración y la de Recuenco, destacaron su ratificación en que Urbanismo forzó que mantuvieran el muro en pie y su contradicción sobre la existencia de una segunda licencia.
Sobre la decisión de conservar la parte del muro perteneciente, Camarero explicó que García Gil lo planteó en principio mientras duraran las catas arqueológicas pero que luego, tras él pedir una agilización de la licencia por el riesgo inminente de derrumbe de las construcciones interiores, la licencia concedida excluía la posibilidad de tirarlo y no hacía referencia temporal alguna. "Con ese permiso, no podíamos tocar el muro hasta nueva indicación de Urbanismo", señaló.
A ese respecto, Camarero quiso aclarar que, contra lo dicho por Recuenco, él no solicitó una segunda licencia de demolición a espaldas del arquitecto y sobre una reforma del proyecto original. "Tanto a Urbanismo como a Cultura se pidió que agilizaran el permiso ya solicitado por el riesgo que el mal estado del interior del Bazar suponía para los indigentes que lo ocupaban. La licencia concedida limitaba el proyecto original al no poder tirar el muro, pero no alteraba su espíritu", aseguró.
Por último, Camarero explicó que, tras recibir a principios de diciembre de 1998 la licencia de construcción, no procedieron al derribo del muro ya que para iniciar efectivamente las obras se disponen de seis meses, y se necesitan al menos tres.
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