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VISTO / OÍDO
Columna
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Televisión y vida

Científicos, sabios, filósofos, son escasos en España, pero absolutamente respetables. Admiro a todos, unos son mis amigos y a otros les parezco el enemigo, muchos lo son entre sí. No tienen un pensamiento único, y "científico" no quiere decir cierto, invariable. La acepción viene del siglo XIX, y el peligro de la ciencia se veía desde los centros supersticiosos (iglesias: desde Galileo) como extraordinariamente grave. Quedó dañada en el Frankenstein de Mary Shelley. Después, uno de los grandes hallazgos de propaganda en los que fue maestro Marx; designar como "científico" su socialismo y utópico todos los demás. Los dos resultaron imposibles: los asesinaron juntos, pero no sin dejar trazas indelebles en la sociedad. Pensaba esto al oír a la Reina de aquí apoyarse en la opinión de "los científicos" para considerar "ineludible" la supresión de programas de la televisión: "dentro de los principios y valores democráticos". La violencia, decía: pero sería poco científico, dado la política que dispone de la ciencia y del pensamiento, alegar que la violencia precede a la televisión, y el mismo Franco, y Hitler, y los coroneles de su país natal, la preceden en mucho. "La extrema delgadez", que tanto la preocupa -y tiene razón-, es anterior también: el talle de avispa, por ejemplo, y los corsés que yo veía de niño en los escaparates.

El problema es que la televisión imita la vida, y no al contrario. La augusta señora querría, evidentemente, como yo mismo, que soy un villano en su corte, que la violencia desapareciese. De la vida, claro. Yo, por ejemplo, me manifiesto contra la guerra de Bush y Aznar, aunque a ella no la oí hablar de ese tipo de violencia real. La de la televisión: yo por razones de estética y aburrimiento, de empobrecimiento mental. En cuanto a los científicos hay varios que creen que la violencia en televisión (y en literatura) y en los juguetes bélicos descarga las tensiones de una forma incruenta y evita que se reflejen en la vida. Los hay para todo. Ésa es verdadera grandeza.

(Augusta: "merece gran respeto y veneración por su majestad", academia, y en su graciosa tercera acepción, "payaso de circo". Villano: "Vecino o habitador del estado llano en una villa". Soy de Madrid, villa y corte... En sentido coloquial: "Hombre muy retirado y poco tratable": ¡yo, yo!).

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