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Reportaje:PERSONAJE

Con el presidente en el banquillo

Cos, el técnico que compartió su cargo con el dueño del Palamós, cree en la fórmula y desea seguir con Piterman en el Racing

Robert Álvarez

Chuchi Cos es el entrenador más atípico de España. Ejerce en el Palamós, el decano del fútbol catalán, que milita en Segunda B. Hasta ahora, a su diestra, en el banquillo, se ha sentado Dimitri Piterman. Juntos han formado con el ex jugador espanyolista Robi un triunvirato técnico inaudito.

Piterman, un estadounidense de origen ucranio, era ni más ni menos que el máximo accionista y presidente del club gerundense. Es decir, a la tirantez y fricciones inherentes a sus cargos, añádase que compartían pizarra, vestuario y banquillo. Cos, sin embargo, defiende la fórmula. Echa mano de los resultados -ascendieron de Tercera a Segunda B al Palamós, que se mantiene en puestos que le permiten aspirar a soñar con un nuevo ascenso- y asegura que en los cursillos de entrenador se vende que el futuro está en el trabajo en grupo.

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El desafío se agranda por momentos. Piterman, tras hacerse con un importante paquete accionarial, acaba de ser nombrado presidente del Racing. Cos, que continúa en el banquillo del Palamós y que ayer, ya sin Piterman al lado, dirigió al equipo en el partido que disputó en L'Hospitalet, puede ser pronto reclamado para ejercer en Primera.

"Yo soy el presidente y quien pone la pasta y me gusta saber todo lo que pasa". Bajo este principio, expresado sin ambages por Piterman, se desarrolló la fórmula que ha permitido que técnico y presidente, que no tiene el carnet de entrenador, se sentaran en el mismo banquillo y compartieran la dirección del equipo. Cos, de 34 años, había jugado de delantero centro. Empezó su carrera en el Racing juvenil para pasar por numerosos equipos de Segunda A y Segunda B, como el Barakaldo, el Jerez, el Numancia -en la época en que disputó una recordada eliminatoria de Copa contra el Barcelona-, el Pontevedra, el Palamós y el Tropezón. En la ciudad catalana hizo el curso nacional de entrenadores, en la misma promoción que Calderé, Moratalla, Alexanco o el actual técnico del Terrassa, Miguel Álvarez.

Piterman le expuso abiertamente su filosofía cuando lo reclutó. "Mira", le dijo, "quiero ser el entrenador. A mí me gusta dar espectáculo, ir siempre a ganar. Yo no tengo carné, pero confío en que, junto a ti, podamos desarrollar una buena labor". Cos aceptó. "Comulgamos con las mismas ideas", cuenta; "y nos complementamos. Dimitri es muy inteligente y buen comunicador. Sabe motivar a los jugadores y, si es necesario, les promete en el vestuario una prima por ganar el partido. Yo preparo los entrenamientos y en las charlas, muchas veces, soy quien acaba de definir las jugadas en la pizarra. Eso sí, él quiere saberlo todo al detalle. Por qué no funciona determinado fichaje o cosas muy concretas: por qué un jugador no hace bien las coberturas por la banda en la defensa. En fin, todos los detalles técnicos. También aporta ideas y sugerencias. Todo es razonado".

Piterman es muy impulsivo. Un ejemplo. En un partido reciente, el rival de turno, el Lleida, se quedó con diez jugadores. Piterman quiso dar entrada inmediatamente a un delantero. Cos le explicó los motivos por los que era preferible esperar. Al final, resultado positivo.

"Lo probamos todo, como en un laboratorio", explica Cos. Graban los partidos, corrigen errores, preparan los siguientes y controlan la alimentación y los horarios de los jugadores, algo que en Palamós les ha resultado fácil porque la mayoría viven en unos apartamentos de Piterman.

¿Quién decide los cambios? ¿Quién da las consignas desde la banda? "Todo está consensuado. Dimitri es muy norteamericano. Y en el fútbol americano o el baloncesto es habitual un intercambio constante de ideas entre varios entrenadores antes de decidir", resume Cos.

Desde Santander se observa con recelo que el Racing pase a ser presidido por Piterman. Cos, nacido en la ciudad cántabra y cuya familia continúa viviendo allí, dice entenderlo: "También hubo mucha inquietud cuando llegó a Palamós. '¿Dónde nos va a llevar este loco?' se preguntaba la gente. Ahora hasta las señoras le aclaman por la calle. Todo lo que ha prometido lo ha cumplido. Ahora tiene que ir despacio. Primero, desea reducir la deuda del club y asegurar su continuidad en Primera". Y sentencia: "Si me dice que vaya con él, voy con los ojos cerrados".

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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