El doctor Kulisevski
Éramos un grupo de argentinos bastante gamberros, a finales de la década de 1970, que hacíamos de las nuestras en la emergente Barcelona del destape y el libertinaje. Jaime pasaba por casa, se apuntaba un rato a la juerga y luego desaparecía. Le decíamos "¡Dale, loco, no te vayás, todavía queda mandanga!". Él se reía y contestaba, a modo de despedida: "Tengo que estudiar". Casi nos daba lástima que fuera tan sacrificado. Pero Jaime sabía lo que hacía. De hecho -el tiempo lo ha demostrado- era el que tenía las cosas más claras.
Veinticinco años más tarde es una autoridad mundial en el campo de la neurología. Si transcribiera su currículo ocuparía todo el espacio de esta crónica. Va un resumen: el doctor Kulisevski dirige la unidad de trastornos del movimiento del hospital de Sant Pau, donde también encabeza un grupo de investigación dedicado a esos trastornos y a la patología de los ganglios basales. Dirige tesis doctorales e imparte cursos en la Universidad. Ha publicado más de 80 artículos en revistas especializadas, ha editado dos libros y colaborado en varios más. Ha coordinado grupos de estudio en la Sociedad Española de Neurología, ha sido revisor de revistas científicas y evaluador de proyectos de investigación. No cesa de viajar para dar conferencias y asistir a congresos. En honor a los viejos tiempos ha encontrado un huequecito para charlar con este cronista. Mientras lo hacemos suenan todos los teléfonos y no paran de desfilar personas que le consultan cosas.
Es impactante que una maquinaria tan complicada y sutil como el cerebro pueda repararse a sí misma
Pregunta. ¿Estás de acuerdo en que el cerebro humano es la cosa más compleja y maravillosa del universo conocido?
Respuesta. Totalmente. Es impactante,por ejemplo, que una maquinaria tan complicada y sutil sea capaz de repararse a sí misma, cosa que las más sofisticadas computadoras están lejos de conseguir. Hay un fenómeno interesantísimo que es la plasticidad cerebral: ante una lesión en determinada zona, unas áreas destinadas en principio a una tarea son capaces de asumir otra. La neurología permite aumentar nuestros conocimientos sobre el funcionamiento del cerebro a través del estudio de las lesiones. Los pacientes que las sufren ponen de relevancia -por contraste- cómo funciona normalmente.
P. ¿Qué hay de cierto en ese tópico de que sólo usamos el 10% de nuestro cerebro?
R. Es eso, un tópico. Lo usamos todo, aunque no seamos conscientes. Es como cuando encendemos la televisión: no es imprescindible conocer cómo funcionan los circuitos para ver la imagen. No creo que las personas usen hoy el cerebro más que hace 50 o 100 años...
P. Gracias a Gran Hermano se usa menos...
R. Es probable que haya áreas del cerebro que cada vez se usen menos debido a distintos requerimientos sociales. Es evidente que la cultura de los medios audiovisuales ha influido grandemente en cómo se estructura la mente de la gente joven: tienen una orientación mucho más visual / espacial que de habilidades del lenguaje, por ejemplo. Lo cual no significa que sea mejor ni peor. Responde a otros condicionamientos socioculturales. Hay que entender al cerebro como el gran órgano de la adaptación. Eso es lo que tiene de maravilloso.
P. Hace poco se ha completado el genoma de los ratones, que resultó ser idéntico en un 99% al de las personas.
R. La buena noticia es que los experimentos de laboratorio resultarán más válidos para conocer y curar las enfermedades cerebrales humanas. No será tan necesario investigar con monos, que son más próximos a nosotros... y mucho más caros.
P. Algunas personas creen que hay científicos locos que se entretienen torturando a chimpancés.
R. Los que realizamos investigación con animales estamos sometidos a unas reglas de ética. En los laboratorios científicos hay un respeto absoluto y máximas garantías sobre el buen trato que se dispensa e los especímenes. Es evidente que para conseguir progresos en el conocimiento humano no siempre se puede experimentar con personas. La investigación con animales es fundamental. No hay la menor crueldad ni sufrimientos gratuitos. La gente debería estar muy tranquila respecto a esta cuestión. Nadie va a secuestrar a su mascota para torturarla frívolamente.
P. ¿Qué se aprende de la vida en general al conocer de cerca el funcionamiento del cerebro?
R. Un gran respeto por la diferencia. Aunque estamos frente a una máquina que es en apariencia la misma, cada cerebro es un mundo. A mí me suscita una reflexión sobre la tolerancia.
P. ¿Se sabe en qué consiste el mecanismo del yo consciente, ese poder para decidir "ahora voy para allí", "ahora voy a hacer esto"?
R. Tampoco hay que mitificar al cerebro. Es un instrumento, aunque sea la residencia del yo. Hay que entenderlo como si fuera un coche que nos lleva. Creo que el yo es el conjunto de la actividad cerebral, no un punto o una zona determinada. El alma es el cerebro en acción.
Jaime Kulisevski es originario de la provincia de Salta, en el noroeste de Argentina. "Los argentinos tenemos complejo de europeos -los porteños todavía más- y siempre hemos mirado antes hacia París o Londres que a Latinoamérica. Salta está en la frontera con Chile, Bolivia y Paraguay; ahí empieza la América profunda y se ve que hay dos sociedades: la blanca y la mestiza. Esas vivencias me han marcado mucho".
P. En un momento regresaste a Salta...
R. Sí, y trabajé en el Hospital Provincial. Muchas veces el paciente de la cama de al lado tenía que hacer las veces de traductor, ya que trataba a indígenas que hablaban en quechua.
P. Tu catalán es florido y fluido...
R. Vivo aquí porque me enamoré de Barcelona: las diferencias son enriquecedoras.
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