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Reportaje:

Lejos del mundanal ruido

Un joven malagueño pasará dos años y medio dando la vuelta al mundo en solitario con su velero

El próximo sábado, Gaspar Citoler, malagueño de 28 años, dejará atrás muchas cosas importantes: familia y amigos, e incluso novia. Su objetivo es perder de vista lo mundano para encontrar algo salvaje. Y quizás para encontrarse a sí mismo en el mayor reto para cualquier marino: rodear el mundo en solitario por la imprevisible carretera azul que es el mar. Lo hará en el Octobasse, un velero de 10,20 metros de eslora y 3,20 de manga que le ha costado unos 42.000 euros: "He tenido que vender mi coche para pagarlo", explica en la sede del Club Náutico Marítimo de Benalmádena (Málaga), desde donde iniciará su travesía.

Serán dos años y medio sin ver nada de lo que está acostumbrado. Gaspar tiene una idea de los sitios que desea visitar, pero dejará que la improvisación le lleve a puertos insospechados: "Puede que encuentre lugares salvajes en los que quedarme meses, ¿quién sabe?", se pregunta. Su primer destino son las Islas Canarias. Allí permanecerá una semana para apuntalar el equipo de radio. Después pondrá rumbo al Caribe y a finales de febrero espera pasar un tiempo en Barbados. "Navegaré por el Caribe hasta que llegue el verano", comenta. En ese momento volverá a cruzar el Atlántico para ir a las Islas Azores (frente a Portugal). Luego Canarias y en octubre hacia Cabo Verde, luego aprovechará los vientos Aliseos para dirigirse a Brasil, luego al sur hasta Argentina, Tierra de Fuego, Cabo de Hornos para después ceñir velas rumbo al sur de África (Ciudad del Cabo, Sudáfrica) y, por fin, llegar a Australia.

En todo ese tiempo, Gaspar cruzará el Atlántico cuatro veces, lo que supone como mínimo 30 días sin ver más que agua. Citoler fue campeón mundial en la modalidad de Optimist con apenas 10 años y lleva desde los siete fabricándose como regatista. Un amigo y compañero suyo asegura que técnicamente está preparado. Pero además de su preparación, Gaspar lleva a bordo 50 cajas con 24 latas de comida cada una (legumbres, verduras...), un horno y una lumbre. "No me defiendo mucho en la cocina, pero en este viaje tendré tiempo para aprender", dice. También lleva otros entretenimientos: ordenador con juegos y películas, botellas de buceo, tabla de surf y de kite surf (con cometa), libros y una cámara digital de vídeo para realizar montajes de zonas nunca vistas porque Gaspar busca, a ser posible, terrenos vírgenes. Su objetivo es acumular experiencia para realizar de nuevo esta travesía en regata. De hecho, muchos navegantes han dado la vuelta al mundo, pero Citoler es el primer regatista (término competitivo distinto al de navegante) andaluz que se propone la vuelta al mundo, con el apoyo del Club Náutico de Benalmádena y de Lauro Golf.

"El mayor riesgo es caer al agua. Por eso hay que vigilar el exceso de confianza", predica Gaspar. No es para menos. En Hornos se puede encontrar con olas de hasta ocho metros y vientos de 60 nudos. Pero en el norte de Australia y el sur de Sumatra podría tener la visita de los piratas.

Un signo de confianza para Gaspar podría ser que el Octobasse, con 21 años, ya ha realizado una vuelta al mundo y ha cruzado varias veces el Atlántico. Pero la gran hazaña para cualquier marino es atravesar, siempre que sea a vela, los tres grandes cabos de La Tierra: el de Hornos (pico sur de América); el de Leeuwin (pico suroeste de Australia); y el de Buena Esperanza (sur de África). Gaspar Citoler lo intentará y, de lograrlo, entrará en el selecto club en el que está Magallanes.

Según la tradición marina, quien consigue una de estas etapas tiene derecho a portar un anillo atravesando el lóbulo de la oreja. Para quien complete los tres cabos el reconocimiento es mucho mayor, ése es capaz de hacer algo tan poco recomendable como orinar contra el viento. Cosas del mar.

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