Pesadilla con final feliz

Apareció, de nuevo, el peor Madrid, un equipo capaz de mostrar un baloncesto indecente. Lo que se jugaba ayer en Polonia era mucho. Demasiado. Perder de nuevo, como ocurrió en la primera vuelta era, amén de darle lustre a sus posibilidades de eliminación, insultar de nuevo a la historia de este club. Porque lo que tenía enfrente el Madrid era un rival minúsculo.

Ayer no hubo milagro, pero el Madrid hizo todo lo posible por llevarse otro revolcón. Lo mismo dio que su inicio fuera brillante, que adquiriera ventajas espectaculares (9-25, m. 8). Este equipo es una pesadilla. Tarlac se superó a sí mismo, por difícil que parezca, en aquello de hacerlo todo mal, contagió al resto y, visto y no visto, aquello se puso del revés (54-52, m. 33). Pero no todos en este equipo tienen tan poco carácter y tan poco baloncesto como el yugoslavo. Mumbrú se echó el equipo encima, Digbeu consiguió sus primeras canasta, dos triples, en el último minuto, y allí se acabó el enésimo horror blanco.