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Reportaje:

Geovanni, un negocio ruinoso

El Barça cede al brasileño al Benfica de Camacho y pide por su traspaso 15 millones de euros, 5,4 menos de los que pagó en 2001

Àngels Piñol

Quizá cumpla algún día su deseo de volver al Barça para triunfar. Quizá en el Benfica de Lisboa de José Antonio Camacho muestre el talento que demostró en el Cruzeiro brasileño para catapultarse de nuevo al Camp Nou. Pero, de momento, Geovanni pasará a la historia del club como un negocio ruinoso que refuerza la teoría, defendida por la oposición a la actual junta, de que el presidente Joan Gaspart despilfarra la economía del Barça. La junta aprobó en mayo de 2001, en medio de un escándalo que acabó en los tribunales, 20,4 millones de euros por Geovanni y el Benfica tendrá en junio, cuando agote la cesión, una opción de compra por 15. Xavier Pérez Farguell, el director general del Barça, en su búsqueda de nuevos ingresos, exhibió ayer las bondades de la operación (el Benfica pagará por la cesión 500.000 euros) pero la realidad indica que el Barça está dispuesto a perder con Geovanni 5,4 millones de euros.

Pero no sólo eso: su fichaje se vio envuelto en 2001 en un trasiego de acusaciones cuando Chus Pereda, ex seleccionador juvenil y ahora agente, denunció que el Barça había accedido a pagar por Geovanni 20,4 millones de euros cuando dos meses antes el Cruzeiro pedía 12. Chus Pereda culpó a Antón Parera, entonces director general del Barça, de inflar el precio del fichaje con una frase que le atribuyó y que se hizo célebre: "Chusín, el percio lo pongo yo". El cruce de acusaciones acabó en los tribunales (el propio Geovanni tuvo que declarar) y luego en la nada. Pereda fue absuelto de atentar contra el honor del ejecutivo pero nunca aportó documentos que probasen sus palabras.

"Todo lo que pasó con mi traspaso me afectó un poco, pero luego me olvidé. Me hubiera gustado tener una oportunidad concreta para demostrar lo que sé", dijo ayer el jugador en su despedida del Barça. Fichado para jugar en la banda derecha que dejó huérfana Figo y que tampoco supo cubrir el portugués Simao, con el que coincidirá en Lisboa, Geovanni decepcionó al Camp Nou. En dos años, ha participado en 32 partidos y ha marcado cuatro goles, el último ante el Galatasaray que celebró con una voltereta. Quizá ahí pensó que podría hacer algo más, pero este joven religioso, despistado, presuntuoso (culpó al Barça, por jugar pocos minutos, de no ir al Mundial porque se consideraba el heredero de la plaza vacante que dejó Romario) se ha resignado a hacer las maletas y buscar suerte en Portugal.

Geovanni, en un entrenamiento del Barça.
Geovanni, en un entrenamiento del Barça.RAFA SEGUÍ

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