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Reportaje:NBA | BALONCESTO

Nadie teme ya a los Lakers

El tricampeón lleva 20 derrotas a pesar de O'Neal, de Bryant y de la flema de Jackson

Shaquille O'Neal admite que no puede hacer nada, Kobe Bryant acusa a sus compañeros de falta de talento, Rick Fox reconoce que el equipo abandona con demasiada facilidad el triángulo ofensivo y Brian Shaw culpa a las defensas en zona de las dificultades por las que atraviesan. Los Ángeles Lakers, el tricampeón de la NBA, acumula ya 20 derrotas cuando apenas se ha superado el segundo mes de la competición. En el curso pasado hubo que esperar al 20 de marzo para que llegara al mismo número de partidos perdidos.

"Es embarazoso ver a un equipo renegar del juego y entregarse a ese tipo de esfuerzo. Esto es inaceptable. Nadie tiene ya miedo a los Lakers", ha dicho Magic Johnson. Y es que, hoy por hoy, no resultaría vano imaginar una fase final sin ellos. Para medir la desastrosa temporada del cuadro californiano basta indicar que el Memphis Grizzlies, el de Pau Gasol, está a sólo tres triunfos de distancia.

Si en junio se trataba de un conjunto imbatible, ahora se empieza a admitir, todavía en voz baja, que el Sacramento Kings o el Dallas Mavericks son superiores. El imperturbable Phil Jackson vuelve a usar una metáfora para describir la situación: "Todo parte de una energía sísmica procedente de la Tierra. No nos hemos ajustado como equipo como en otras ocasiones. La conjunción de ciertos planetas nos ha mantenido dispersos". Jackson siempre ha adoptado una actitud distante y pausada ante los problemas. El entrenador que prefiere permanecer callado en los tiempos muertos o dejarlos en la pista cuando las faltas personales les acechan quiere que sean sus propios jugadores los que salgan del atolladero. A tal punto llega la calma con la que se está tomando la crisis que sus pupilos le han pedido más disciplina y dureza. "No me pueden pedir que esté pendiente de ellos todo el día. Odio tener que dar tirones de oreja. Es algo que me fastidia", aseguró Jackson.

La formula ganadora liderada por O'Neal y Bryant y secundada, obedientemente, por los demás da síntomas de agotamiento. El pívot se ha sumado ya a las críticas de Bryant hacia sus compañeros, y ha pedido, a viva voz, ocho que tengan deseos de jugar. Fox le ha respondido afirmando que está orgulloso de ser un miembro de los Lakers y que aún no está cansado ni aburrido de ganar títulos.

El rendimiento de O'Neal es tema de debate. Hay quien empieza a atisbar una línea descendente en su rendimiento. Bill Walton, ex jugador y ahora comentarista, sufrió el mismo tipo de lesión en un pie que él y ha sido el más apocalíptico: "Lo que le ha sucedido es un ajuste a sus capacidades. Se le ha convertido en un mortal. Su panorama es mucho más estrecho". Mientras tanto, a Bryant se le acusa de lo contrario, de excederse en su aportación al juego. Los demás llevan un rendimiento deficiente.

El remedio para los males de los Lakers siempre es el mismo. Quizá por eso Jackson se toma los problemas con tanta flema. El triángulo ofensivo, el ungüento que todo lo cura. Criticado por los propios jugadores como un sistema aburrido, ahora que el viento azota en contra, todos buscan refugio en él. En un ejercicio de sinceridad, varios han reconocido que cada vez que intentan hacer la guerra por su cuenta lo que hallan es frustración y derrota. "Todos somos culpables por descarriarnos del sistema que Phil nos ha enseñado. Nos vamos alejando de él y eso nos trae problemas. Puede ser aburrido, ¡maldita sea!, pero me gustaría estar otra vez en un equipo aburrido y ganar otro título", ha confesado Fox.

Las estrellas de los Lakers no necesitan del sistema para anotar, pero sus compañeros sí se sirven del triángulo ofensivo para hallar la forma de marcar. Ése es su ideario. Cuando era técnico del Chicago Bulls, Steve Kerr reconoció que en ocasiones no pasaba la pelota a Michael Jordan por temor a que Jackson le abroncara. Quería que el triángulo ofensivo se ejecutara para que los restantes componentes del cuadro encontraran buenas posiciones de tiro. Ahora pide lo mismo para los Lakers. Si O'Neal y Bryant juegan demasiado por su cuenta, si paran el sistema cuando reciben el balón, destruyen el ritmo propicio para que sus compañeros puedan encestar.

Un mate de O'Neal.
Un mate de O'Neal.REUTERS

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