Dos vecinos a la greña
La idea inicial del presidente del Depor de exigir al Celta un aval de 2.000 euros por posibles daños en Riazor empaña la cumbre gallega
En una asombrosa exhibición del espíritu de la contradicción, las directivas del Deportivo y el Celta se han puesto a la greña cuando las circunstancias más habían aproximado a sus aficiones. Los dos grandes del fútbol gallego se enfrentan esta noche (21.30, televisiones autonómicas) en Riazor, pero para el celtismo será como si su equipo jugara en las antípodas porque la intención del presidente de su eterno rival, Augusto César Lendoiro, de reclamar al club celeste un aval de 2.000 euros por las 900 entradas que había solicitado - para prevenirse así de posibles desperfectos en el estadio blanquiazul provocados por su hinchada- dará lugar a un derby insólito, sin más aficionados vigueses que los que se desplacen por su propia cuenta hasta A Coruña.
De poco ha servido la rectificación de última hora. En la noche del jueves Lendoiro daba marcha atrás, previa intermediación del mismísimo presidente de la Xunta, Manuel Fraga, y consentía la venta de entradas a los seguidores célticos, pero esa especie de indulto llegaba tarde y la federación de las peñas viguesas, sin tiempo ya para organizar un gran desplazamiento y molesta con la directiva deportivista, descartó asistir a la cita de Riazor. Así, en vez de hacerlo, instalará una pantalla gigante de televisión en un pabellón de deportes para seguir con pasión, pero a distancia, el partido. Los peñistas lo harán acompañados por el presidente del club, Horacio Gómez, que, dadas las circunstancias, ha decidido por primera vez no estar en el palco junto a su íntimo adversario, Lendoiro.
En una Galicia conmocionada por la marea negra del Prestige, el buque petrolero hundido, pocas cosas se escapan de las interpretaciones políticas. Por eso desde Vigo se ha visto en las inesperadas pretensiones del presidente deportivista, militante del PP, el intento de evitar una protesta que pudiera unir a las dos aficiones. Respaldarían esta interpretación la retirada de una pancarta con el lema Nunca mais ordenada por Lendoiro en el partido de la Liga de Campeones frente al Juventus de Turín y el malestar que, según llegó a trascender, provocó en su formación política el encuentro disputado por el Deportivo contra una selección de la Costa da Morte.
La intercesión de Fraga
El carácter político al conflicto se lo ha dado en todo caso Fraga, que, a sólo 48 horas del encuentro de hoy, intercedió para que se retirara la exigencia del aval, según reconoció el propio Lendoiro. La del presidente deportivista fue en todo caso una rectificación a regañadientes. "Retiramos el aval porque así nos lo ha pedido Manuel Fraga, pero seguimos pensando que, por el bien de todos, se deben pedir avales. Así se lo propondremos a la Liga [Profesional de Clubes]", declaró.
El consejo de administración del Celta enviará a Riazor una representación sólo testimonial porque, según Gómez, el Deportivo ha intentado "criminalizar a toda la afición" con su aval. "Es una lástima que, en un momento de solidaridad con Galicia, los afectados de uno y otro equipo no puedan estar unidos por el fútbol", subrayó el dirigente del Celta. Sí estarán en Riazor unos 50 celtarras, que viajarán de manera independiente.
Entre los lamentos de los futbolistas por la ausencia de una de las aficiones, los equipos se preparan, mientras tanto, para un choque crucial porque corre el Deportivo el riesgo de descolgarse y el Celta el de perder su privilegiada posición en la única competición en la que sobrevive. Si las ausencias de Valerón y Mostovoi restarán creatividad al partido, el entrenador del Depor, Javier Irureta, contará además con otro agravante: la lesión de Fran, que le obligará a improvisar su alineación.
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