Los taxistas amenazan con dejar de circular de noche si no reciben ayudas para seguridad
Las noches de Barcelona y su área metropolitana corren el riesgo de convertirse en un paisaje desierto de taxis. Es la amenaza que ayer, en plena conmoción por el asesinato a puñaladas del taxista Luis Pérez Juárez en Sabadell el pasado viernes, corrió de boca en boca entre los casi mil compañeros que acompañaron a los familiares del fallecido en el tanatorio de Collserola y que se concretó cuando arrastraron su frustración a las puertas de la Delegación del Gobierno.
El colectivo de taxistas quiere que las administraciones pongan dinero para garantizar su seguridad -en la calle, pero sobre todo dentro de sus vehículos- ante el peligro que corren, particularmente de noche. "Dicen que de noche faltan taxis. Si alguno se lo estaba planteando, después de lo ocurrido el viernes es probable que se eche atrás", subrayaba ayer Luis Berbel, miembro de la ejecutiva del Sindicato del Taxi de Cataluña (Stac), mayoritario en Barcelona.
El Stac ha decidido dar un margen de tiempo a las administraciones, no superior a dos meses, para que inviertan en la seguridad de los taxistas. Si no lo hacen, asegura, la imagen de los vehículos negros y amarillos recorriendo las calles se esfumará. Según Taxi Groc, de los 10.500 taxistas de Barcelona, unos 6.000 hacen noche.
Los taxistas, el 97% de los cuales son autónomos según el Instituto Metropolitano del Taxi (Imet), no alcanzan a cuantificar los fondos necesarios para que su seguridad se vea reforzada mediante la instalación de mamparas en los coches y sistemas GPS de localización por satélite que permitan a la central conocer su posición y transmitir situaciones de peligro.
"Un GPS vale unos 500 euros, y una mampara, 900. No es poco", lamenta en una esquina del paseo de Gràcia Enrique Gabaldón, que lleva tres años en el taxi.
"A veces, si trabajas hasta 14 horas, puedes llevarte 120 o 140 euros en una jornada. Pero otras veces te acabas volviendo a casa con el cajón casi vacío", añade.
Por Barcelona circularon ayer por la mañana muchos menos taxis que de costumbre. De las 10.30 a las 14.30 horas, había convocado un paro para presionar en favor de mayores medidas de seguridad y para facilitar a los compañeros de gremio que acudieran a Collserola. "Es una vergüenza que ninguna autoridad haya venido al funeral", lamentó Antonio Poveda, de la compañía Taxi Groc, que había cenado el pasado lunes con su compañero fallecido.
Aunque el sector hablaba de un seguimiento de más del 70% en Barcelona, no había que esperar mucho tiempo para ver taxis, libres y ocupados, circulando por las calles más céntricas y también en el aeropuerto.
"Claro que me siento solidario con el compañero fallecido. Todos tenemos el miedo en el cuerpo, y sé bien de qué hablo", explicaba un taxista que no paró y que prefirió no dar su nombre, tras señalarse los siete puntos en la cara que le quedaron como secuela de un atraco. "Pero hay que seguir currando para vivir, y de poco sirve parar unas horas cuando lo único que vale para los delincuentes es colgarlos", añadió, antes de apretar el acelerador y abandonar la parada.
La sensación de inutilidad ante la próxima reunión de la llamada comisión de seguridad, que reúne a las tres administraciones y a las organizaciones del sector (aún no convocada oficialmente, pero que podría celebrarse esta próxima semana), fue subrayada por muchos de los taxistas con decenas de miles de kilómetros a las espaldas. "Cuando ocurre algo, siempre corre todo el mundo a reunirse. Dentro de unos meses, todo olvidado. Y nosotros, indefensos", comentaba Antonio Poveda, quien reflexionaba sobre la paradoja de que la Generalitat les dé una ayuda económica para las impresoras de los recibos y no para el sistema GPS. La comisión de seguridad no se reúne desde 1999, cuando murió otro colega del gremio.
Las reivindicaciones del sector tienen precedentes en otros puntos de España. "En Zaragoza y Canarias se subvencionan casi al 100% las medidas de seguridad en el taxi. Y en Galicia y Madrid también hay subvenciones parciales, cuando en Cataluña no vemos un duro", explicó Berbel, que hace mes y medio fue atracado en un descampado por un cliente que subió a su vehículo en la calle de Cartagena de Barcelona.
Todos los taxistas consultados destacaban ayer que se ha producido un incremento "significativo" de robos y otros percances en los últimos meses. Muchos explicaban también que las compañías aseguradoras son reacias a trabajar con este colectivo y señalaban que por un seguro a terceros les cobran 1.200 euros. Una licencia de taxi vale en Barcelona algo más de 36.000 euros.
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