"La gente me mira y pone una sonrisa irónica en la cara"
El teléfono móvil de Rafael Guerrero Alonso, asistente el sábado del Mallorca-Barcelona, no paró de sonar durante todo el día de ayer. Lo mismo que otros lunes, cuando el nombre de este juez de línea, de 39 años, ha saltado a los medios de comunicación por una decisión en un campo de fútbol -el sábado advirtió a Iturralde González de una supuesta agresión de Novo a Motta-. Ajeno a ello, Rafa Guerrero se refugia en su familia, volcada con el fútbol, en la gente de Trobajo del Camino, el pueblo a 13 kilómetros de León donde nació y donde vive, y en su fe total en su trabajo.
Pregunta. ¿Qué opina de la polémica tras el Mallorca-Barcelona del sábado?
Respuesta. Todo el mundo opina, pero yo no puedo hacer declaraciones sobre el partido. Sería sancionado por el Comité, que es mi equipo. De eso no hablo.
"He sido vilipendiado, lo he pasado mal; te machacan y juegan con tus ilusiones"
P. ¿Se siente indefenso?
R. Es el rol que tengo, es así. O lo acepto o me voy. Yo acepto las condiciones de ser árbitro. Hoy, por ejemplo, me he ido a entrenarme, me aíslo y ya está. Eso sí, si el arbitraje influye en mi honestidad, me voy.
P. ¿Qué es lo mejor y lo peor del arbitraje?
R. Lo mejor es impartir justicia, ser tú mismo. Es muy reconfortante ser juez, eso es lo más bonito, ser juez y deportista a la vez. Porque nosotros no somos los árbitros, somos el equipo arbitral. Hoy en día somos deportistas. ¿Y lo peor? Que la gente interprete tu trabajo.
P. ¿Se siente usted demasiado protagonista?
R. A veces la gente me mira y tienen una sonrisa irónica en la cara. A mí me duele que me hagan popular. Yo soy amigo de mis amigos. Yo soy yo. Era yo cuando empecé en esto hace 11 años y lo sigo siendo. No quiero pensar que el arbitraje me haga cambiar. Lo más bonito es la gente que he conocido, las amistades. Esta mañana mismo me ha llamado un árbitro de Botswana al que conocí en la Copa de África de 2000 para felicitarme la Navidad. Sólo por eso ya vale la pena.
P. ¿Cómo soporta la presión?
R. Siento un poco de impotencia en ocasiones. El mayor problema es lo que rodea al fútbol, no el deporte en sí. Lo que hay alrededor es un handicap. Pero es que es muy diferente estar ahí abajo, en el fragor de la batalla, que sentado en casa o ante una cámara. Así yo también veo las cosas de forma diferente. Nunca hay intención de equivocarse, eso seguro.
P. ¿Ha pensado en dejar el arbitraje?
R. El arbitraje me gusta porque lo he sufrido. Yo, como todos, he salido de la Primera Regional, me ha costado mucho llegar donde estoy y por eso hay que aguantar. Lo que pasa es que se magnifica todo, y eso es muy peligroso. No he pensado en dejarlo porque creo en mi trabajo. Hoy sería impensable ver un partido como hace 10 años. La preparación, las cámaras, la velocidad... todo ha cambiado, pero el arbitraje sigue puro.
P. ¿Cómo lo ha pasado cuando se le ha criticado tanto?
R. Anímicamente lo he pasado mal, por la presión externa. Te machacan y juegan con tus ilusiones, y con eso no se debe jugar. He sido vilipendiado, pero a mí nadie me obliga a seguir. Creo en lo que hago, y punto.
P. ¿Cómo se hizo árbitro?
R. Es que en mi familia faltaba un árbitro. Mi padre es entrenador, mi madre presidenta de un club y mi mujer es la futbolista más veterana de Castilla y León. ¡Lleva 17 temporadas jugando! A mí me gustó la faceta de árbitro, y ya no sé vivir sin el fútbol.
P. ¿Cómo lo vive su familia?
R. Mi mujer, Merce, sufre más que yo. Tengo la suerte de que mi familia es totalmente deportista. Si no, sería muy difícil aguantarlo. Pero mi mujer y yo amamos el fútbol, aunque a veces nos hace daño. El fútbol nos unió, nos hemos conocido en un campo de fútbol, y ella es para mí un apoyo tan grande... Me dice 'yo creo en ti', y eso me ayuda a seguir.
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