Mágico Assunçao

Su ritual para tirar las faltas se ha convertido ya en un gesto memorizado por el beticismo. Assunçao coge la pelota, la mima, la limpia y la coloca suavemente en el césped. Con el balón a sus pies y la barrera contraria ya colocada, echa un último vistazo al portero y baja la cabeza. Da uno, dos, tres pasos atrás. Uno más lateral hacia su izquierda. Y entonces, se produce el milagro. Trota apenas para golpear a portería. Eleva el cuero por encima de la barrera como con una caricia y, al fin, lo coloca suavemente en la escuadra del portero contrario y desata la euforia en la grada.

El toque mágico del centrocampista brasileño volvió ayer a ser decisivo para el Betis. Después de haberlo utilizado con éxito en los partidos contra Palamós, en Copa del Rey, y Valencia, Athletic y Espanyol en Liga; repitió al milímetro toda su ceremonia y tumbó a Osasuna con un magistral libre directo en el tiempo de descuento. Assunçao decantó así para su equipo un partido que nunca debió empatar el equipo navarro pese a sus honestas intenciones de jugar el mejor fútbol posible, y que quedó marcado por la inexplicable expulsión de Denilson.

Osasuna se presentó en el Manuel Ruiz de Lopera con arrojo y atrevimiento, virtudes que le habían dado 13 de los últimos 15 puntos posibles. Pero a lo largo del encuentro se comprobaron las limitaciones técnicas de sus jugadores. Pese a jugar casi media hora en superioridad, les costó dios y ayuda equilibrar el marcador e insistieron en las pérdidas de balón y los pases errados.

El Betis exigió lo mejor de sus jugadores más importantes para salvar el partido. Sólo Denilson y Joaquín rindieron muy por debajo de la responsabilidad que cabe exigirles. El equipo de Víctor Fernández requirió primero de Alfonso para espabilar de la mandanga con la que arrancó el partido. En el minuto 14 cabeceó a las manos de Sanzol un buen centro de Denilson, y en el 17 repitió jugada para enviar a gol, bajo las piernas del desacertado portero navarro, una falta muy bien sacada por Assunçao.

Luego, tiró del pundonor y la genialidad de Capi para conducir su juego de ataque tanto en los últimos 20 minutos de la primera parte, los mejores del Betis, como en el arranque de la segunda cuando, hasta la expulsión de Denilson, los verdiblancos intentaron sentenciar el encuentro.

También acudió al oficio de Prats que, tanto con el empate aún a cero como con su equipo por delante salvó hasta cuatro ocasiones claras de Osasuna en las botas de Rosado, Rivero o Muñoz. Sólo en el gol navarro, a falta de cinco minutos para el final, falló el buen portero bético.

Y finalmente, justo cuando tras el tanto visitante cundía el desánimo y el público empezaba a abandonar el estadio, Assunçao apareció para coronar una gran actuación personal y amarrar tres puntos para su equipo con esa jugada suya que, por previsible, no deja de ser milagrosa.