Los extranjeros serán en tres años casi un tercio de la tropa en unidades de primera línea de combate
"Si los sistemas que tenemos no dieran el resultado apetecido, habría que estudiarlo. Por el momento, los indicadores no son tan preocupantes como para planteárnoslo a corto plazo", decía el jefe del Estado Mayor de la Defensa, almirante general Antonio Moreno Barberá, preguntado en enero de 2001 sobre si las Fuerzas Armadas se planteaban reclutar inmigrantes ante la falta de aspirantes españoles.
En junio de ese mismo año, un informe confidencial del Ministerio de Defensa señalaba textualmente: "Estudios realizados por la Dirección de Reclutamiento muestran que en los próximos años es previsible un déficit de solicitudes para cubrir las plazas necesarias para las Fuerzas Armadas. Como resultado de estas previsiones se han estudiado diversas medidas, entre las que se encuentra la posibilidad de admisión de extranjeros", llegando a las siguientes conclusiones:
"Ventajas.-1. Permite atenuar el déficit de aspirantes, como complemento a otras medidas. [...] 2. Permite mostrar a las Fuerzas Armadas como una institución que realiza una labor de integración social y profesional. [...] 3. Al limitar el acceso a los hispanoamericanos, no debería haber problemas significativos de integración cultural. Los sociólogos dicen que lo que más integra a los emigrantes es la lengua y la religión. 4. Permitiría una mejor selección dado el limitado número de plazas [...]".
"Inconvenientes.-1. Es necesario desarrollar una adecuada campaña de comunicación que permita evitar la asociación de esta medida con un fracaso en el proceso de reclutamiento. [...] 2. Es posible la aparición de actitudes xenófobas por parte de algún colectivo dentro o fuera de las Fuerzas Armadas. 3. Será necesario un control riguroso de los admitidos para evitar el ingreso de personas no deseables [...]".
A finales de 2001, los indicadores eran muy preocupantes, en palabras del almirante Moreno Barberá. Las FAS no habían conseguido aumentar en 10.000 sus efectivos de tropa profesional, como estaba previsto. Habían perdido 1.300; la diferencia entre el número de bajas y altas.
El 1 de febrero de 2002, el Consejo de Ministros abría las puertas de los cuarteles a los extranjeros. "El ingreso de 300 inmigrantes no va a salvar el reclutamiento", afirmaba el pasado jueves el general José Luis Asensio, "aunque una gota de agua siempre ayuda a la corriente".
Defensa prevé contratar en los próximos tres años a un máximo de 2.000 extranjeros, lo que supone el 2% de la plantilla legal de soldados y casi el 3% de la real. Transcurrido dicho plazo, revisará el cupo en función de la "evolución de la profesionalización y del proceso de adaptación de los extranjeros".
Los inmigrantes serán un porcentaje poco significativo en las Fuerzas Armadas, pero no en las unidades a las que se ha restringido su acceso: Brigada Paracaidista, Legión, Infantería de Marina y Escuadrón de Zapadores Paracaidistas, en las que podrían llegar a representar casi un tercio de la tropa. Se trata, sorprendentemente, de las unidades de élite de las Fuerzas Armadas, aquellas por las que en teoría empezó la profesionalización y que, sin embargo, siguen teniendo problemas para cubrir sus plantillas siete años después de iniciarse el proceso. Son también las unidades que con mayor frecuencia salen al extranjero y tienen más probabilidad de entrar en combate. En este punto, la campaña publicitaria de Defensa no engaña: el joven modelo lleva uniforme mimetizado de campaña.
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