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Columna
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Teatro europeo

Coincidí hace escasos días, en las oficinas del Piccolo, con Lev Dodin, el director del Maly Teatr de San Petersburgo. Hace 10 años que el Maly Teatr visita Milán por esas fechas, invitado en un principio por Strehler y ahora por Ronconi, en su condición de miembro de la Unión de Teatros de Europa. Dodin estaba la mar de contento porque ahora va a ser él quien invite al Piccolo. Coincidiendo con el tercer centenario de la fundación de San Petersburgo, el Maly Teatr va a organizar la próxima edición del Festival de la Unión de Teatros de Europa (UTE).

El Lliure, como es sabido, también forma parte de la UTE (al igual que el Teatro de la Abadía, de José Luis Gómez), y como tal ha participado en diversos festivales de la UTE, en Milán, en París (Odéon), en Cracovia (Stary), en Estocolmo (Dramaten), en..., pero todavía no ha podido celebrar su festival, es decir, acoger en Barcelona, en las tres salas (dos en Montjuïc y una en Gràcia) del Lliure, a sus compañeros de la UTE.

Sabido es también que el último director del Lliure, Pep Montanyès, recientemente fallecido, se había puesto en contacto con Borja Sitjà, responsable de la programación teatral del Fòrum 2004, para estudiar la posibilidad de que éste subvencionase la celebración del festival de la UTE en Barcelona durante el año 2004. En un principio parece ser que se llegó a un acuerdo, pero más tarde el festival fue descartado al denegar el gerente del Fòrum la cantidad -algo más de 200 millones de pesetas- que solicitaba el Lliure para hacerse cargo del festival.

Así pues, nos encontramos con que disponemos de uno de los mejores teatros europeos, en cuanto a sus condiciones técnicas, con un pasado lleno de gloria y un futuro problemático pero que todos deseamos brillante, y resulta que ese teatro, que pertenece, por derecho propio, a la aristocracia de los teatros europeos, a un club de privilegiados, no puede darse el gustazo de montar una edición, una sola edición, del festival de la UTE.

Pero no es que no pueda montar su festival de la UTE, es que ni siquiera puede permitirse el lujo de presentar en Barcelona un espectáculo como I due gemelli veneziani, un montaje de Luca Ronconi, el director del Piccolo; un espectáculo que Pep Montanyès pensaba ofrecer en el Lliure y al que a la postre tuvo que renunciar porque no le alcanzaba el presupuesto (el espectáculo sí pudo verse en Salamanca).

Aquí hay algo que no funciona. Construimos un teatro espléndido, lo dotamos de los mejores y más modernos medios y luego no disponemos del dinero suficiente para ofrecer una programación a nivel europeo.

No quiero decir con ello que la producción autóctona no sea de nivel europeo, sino que el Lliure, a diferencia de algunos de sus socios de la UTE, no puede ofrecer una programación europea. Y aún me atrevería a afirmar algo más preocupante: la mayor presencia de espectáculos europeos de gran calidad se produjo en Barcelona antes de la inauguración del Teatre Nacional y de la nueva sede del Lliure. ¿Dónde están los equivalentes del Mahabharata, de Le soulier de satin, del Hamlet de Chéreau o del Rey Lear de Bergman?

Para la programación del Fòrum 2004 Borja Sitjà nos tiene engolosinados con el último montaje de Peter Sellars: The children of Heracles, un espectáculo sobre la inmigración, sobre las gentes que se ven forzadas a abandonar su país de origen. Excelente montaje que pude ver en París, a finales de noviembre, en el MC 93 de Bobigny, y que Sellars había presentado anteriormente en Alemania. ¿No era posible ver ese espectáculo en el Teatre Nacional o en el Lliure -o en el Mercat, donde hemos visto tan buen teatro- sin necesidad de esperar al magno acontecimiento del Fòrum de les Cultures?

Hablando de otra cosa (aunque en realidad seguimos hablando de lo mismo: de teatro), me extraña que los periódicos nacionales no hayan comentado lo ocurrido en Aviñón (que sigue siendo el mayor festival de teatro de Europa). Jean Jacques Aillagon, el flamante ministro de Cultura francés, ha nombrado director y director adjunto del festival a una pareja de 30 años: Vincent Baudriller y Hortense Archambault. Aparte de lo sorprendrente de su edad, lo que llama la atención es que la pareja descarta la política de grandes montajes, de grandes firmas, y opta por ofrecer carta blanca a cuatro artistas "asociados": Thomas Ostermeier, Jan Fabre, Josef Nadj y Frederic Fisbach. Veremos qué ocurre. Pero, ocurra lo que ocurra, es evidente que la decisión adoptada por el ministro francés y por la joven pareja viene a suponer una oleada de aire fresco para un festival que se había quedado obsoleto.

El hecho de que nuestros periódicos no hayan comentado esa decisión -y eso en el caso de que hayan dado la noticia-, me hace pensar que aquí todavía domina una vieja idea del teatro que podríamos resumir en tres palabras: grandes infraestructuras, escaso dinero y pocas ideas.

P.S. Una recomendación: la Phèdre de Chéreau. Patrice Chéreau vuelve a dirigir teatro. Del 15 de enero al 20 de abril de 2003. Producción del Odéon-Théâtre de l'Europe. En los Ateliers Berthier de París. Localidades: 01.44.85.40.40.

Coincidí hace escasos días, en las oficinas del Piccolo, con Lev Dodin, el director del Maly Teatr de San Petersburgo. Hace 10 años que el Maly Teatr visita Milán por esas fechas, invitado en un principio por Strehler y ahora por Ronconi, en su condición de miembro de la Unión de Teatros de Europa. Dodin estaba la mar de contento porque ahora va a ser él quien invite al Piccolo. Coincidiendo con el tercer centenario de la fundación de San Petersburgo, el Maly Teatr va a organizar la próxima edición del Festival de la Unión de Teatros de Europa (UTE).

El Lliure, como es sabido, también forma parte de la UTE (al igual que el Teatro de la Abadía, de José Luis Gómez), y como tal ha participado en diversos festivales de la UTE, en Milán, en París (Odéon), en Cracovia (Stary), en Estocolmo (Dramaten), en..., pero todavía no ha podido celebrar su festival, es decir, acoger en Barcelona, en las tres salas (dos en Montjuïc y una en Gràcia) del Lliure, a sus compañeros de la UTE.

Sabido es también que el último director del Lliure, Pep Montanyès, recientemente fallecido, se había puesto en contacto con Borja Sitjà, responsable de la programación teatral del Fòrum 2004, para estudiar la posibilidad de que éste subvencionase la celebración del festival de la UTE en Barcelona durante el año 2004. En un principio parece ser que se llegó a un acuerdo, pero más tarde el festival fue descartado al denegar el gerente del Fòrum la cantidad -algo más de 200 millones de pesetas- que solicitaba el Lliure para hacerse cargo del festival.

Así pues, nos encontramos con que disponemos de uno de los mejores teatros europeos, en cuanto a sus condiciones técnicas, con un pasado lleno de gloria y un futuro problemático pero que todos deseamos brillante, y resulta que ese teatro, que pertenece, por derecho propio, a la aristocracia de los teatros europeos, a un club de privilegiados, no puede darse el gustazo de montar una edición, una sola edición, del festival de la UTE.

Pero no es que no pueda montar su festival de la UTE, es que ni siquiera puede permitirse el lujo de presentar en Barcelona un espectáculo como I due gemelli veneziani, un montaje de Luca Ronconi, el director del Piccolo; un espectáculo que Pep Montanyès pensaba ofrecer en el Lliure y al que a la postre tuvo que renunciar porque no le alcanzaba el presupuesto (el espectáculo sí pudo verse en Salamanca).

Aquí hay algo que no funciona. Construimos un teatro espléndido, lo dotamos de los mejores y más modernos medios y luego no disponemos del dinero suficiente para ofrecer una programación a nivel europeo.

No quiero decir con ello que la producción autóctona no sea de nivel europeo, sino que el Lliure, a diferencia de algunos de sus socios de la UTE, no puede ofrecer una programación europea. Y aún me atrevería a afirmar algo más preocupante: la mayor presencia de espectáculos europeos de gran calidad se produjo en Barcelona antes de la inauguración del Teatre Nacional y de la nueva sede del Lliure. ¿Dónde están los equivalentes del Mahabharata, de Le soulier de satin, del Hamlet de Chéreau o del Rey Lear de Bergman?

Para la programación del Fòrum 2004 Borja Sitjà nos tiene engolosinados con el último montaje de Peter Sellars: The children of Heracles, un espectáculo sobre la inmigración, sobre las gentes que se ven forzadas a abandonar su país de origen. Excelente montaje que pude ver en París, a finales de noviembre, en el MC 93 de Bobigny, y que Sellars había presentado anteriormente en Alemania. ¿No era posible ver ese espectáculo en el Teatre Nacional o en el Lliure -o en el Mercat, donde hemos visto tan buen teatro- sin necesidad de esperar al magno acontecimiento del Fòrum de les Cultures?

Hablando de otra cosa (aunque en realidad seguimos hablando de lo mismo: de teatro), me extraña que los periódicos nacionales no hayan comentado lo ocurrido en Aviñón (que sigue siendo el mayor festival de teatro de Europa). Jean Jacques Aillagon, el flamante ministro de Cultura francés, ha nombrado director y director adjunto del festival a una pareja de 30 años: Vincent Baudriller y Hortense Archambault. Aparte de lo sorprendrente de su edad, lo que llama la atención es que la pareja descarta la política de grandes montajes, de grandes firmas, y opta por ofrecer carta blanca a cuatro artistas "asociados": Thomas Ostermeier, Jan Fabre, Josef Nadj y Frederic Fisbach. Veremos qué ocurre. Pero, ocurra lo que ocurra, es evidente que la decisión adoptada por el ministro francés y por la joven pareja viene a suponer una oleada de aire fresco para un festival que se había quedado obsoleto.

El hecho de que nuestros periódicos no hayan comentado esa decisión -y eso en el caso de que hayan dado la noticia-, me hace pensar que aquí todavía domina una vieja idea del teatro que podríamos resumir en tres palabras: grandes infraestructuras, escaso dinero y pocas ideas.

P.S. Una recomendación: la Phèdre de Chéreau. Patrice Chéreau vuelve a dirigir teatro. Del 15 de enero al 20 de abril de 2003. Producción del Odéon-Théâtre de l'Europe. En los Ateliers Berthier de París. Localidades: 01.44.85.40.40.

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