Una volea para la historia

Zidane parecía una apuesta segura como jugador del año. Había ganado su primera Copa de Europa, victoria que el Madrid debió a la sublime volea del jugador francés. Ese remate alcanzó la belleza deslumbrante de lo que no encuentra comparación en el fútbol. Así que Zidane era el jugador del año. Sólo le quedaba refrendarlo en el Mundial, donde Francia defendía el título entre el clamor de quienes la consideraban favorita. Era un clamor justificado. Al equipo que había ganado el Mundial anterior se añadían los mejores Vieira, Henry y Trezeguet.

Pocas veces Zidane se encontró en mejor compañía. Era un equipo hecho a su medida, con jugadores poderosos en el medio campo y supersónicos en la delantera. A Zidane sólo le quedaba mover los hilos. Sin embargo, Francia se estrelló. Una lesión muscular de Zidane le impidió participar en los dos primeros encuentros. Lejos de confirmar su condición de favorita, Francia perdió el primer partido ante Senegal y empató con Uruguay en el segundo. El equipo se encomendó a Zidane para vencer a Dinamarca y salvar los muebles. No lo consiguió. Francia fue eliminada en la primera ronda.

Zidane perdió en ese momento la posibilidad de ganar los honores de jugador del año. La irrupción de Ronaldo hizo el resto.Fuera de las contingencias que determinan los premios en el fútbol, no hay duda de que Zidane es un jugador muy especial. Su variedad de recursos técnicos no admite comparación, sobre todo por su facilidad para ponerlos en combinación con su fácil zancada y su precisa visión del juego. Cuesta creer que se le discutiera en sus primeros partidos en el Real Madrid, donde ha ofrecido partidos memorables y un gol -el de la final de Glasgow- que le garantiza un puesto en la historia del club.