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Cerco a Joan Gaspart | FÚTBOL

El Barça corre el riesgo de pudrirse

Ramon Besa

Por la misma razón que nadie se imaginaba que Gaspart podía llegar a ser un día presidente del Barça, ahora resulta imposible visualizar como puede dejar de serlo. A la invitación de dimitir, ha respondido con una actuación que en la misma medida que desmerece al cargo que ocupa agranda el personaje que representa, muy alejado del que se le supone al máximo representante de la institución azulgrana, más cercano si cabe a la de un comediante.

Hombre desmesurado, de grandes excesos, se recrea ahora en el dolor, víctima de sus propias mentiras, muy a gusto en el drama, capaz de acabar con todos una vez que los demás no pueden con él, superviviente de todas las cuitas. Populista por excelencia, ha radicalizado su discurso diciendo que el marco de expresión de los socios no es el estadio sino la asamblea, que es donde a la junta le es más fácil identificar a la gente y separar a los buenos de los malos.

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La figura del compromisario, así como la del peñista o la del socio, se han desvirtuado en el Barcelona tanto como los cargos y sus funciones, al punto que el control social que se ejerce en un club que no es una sociedad anónima ha desaparecido por completo. La gente del club se ha ido cambiando la gorra como si tal cosa. Un día ejercen de director deportivo y al otro de asesor; en un partido son entrenadores y al otro secretario técnico; y, cuando es menester, se traspasan las sillas, como si ser directivo y síndic del socio fuera lo mismo.

No es extraño que ante tanta confusión de vez en cuando convenga levantar la voz y aclarar los entuertos, como cuando se oyó: "Chusin, el precio lo pongo yo". Han enredado tanto a la gente que la distancia entre la verdad y la mentira es un dedo meñique, como diría Alfreo Di Stéfano.

Gaspart ha hecho ver y se dejado hacer y tratar tanto, que pocas veces se le ha reconocido como presidente. El transformismo de Gaspart ha llegado al punto que nadie ha sido capaz de descifrar todavía al actor que representaba en el último acto de la obra del domingo. Presidente en el Camp Nou, Gaspart ejerce de directivo en el palco del Palau Blaugrana, donde las secciones agradecen su distanciamiento.

Puesto que son los equipos los que aguantan al club, el presidente entiende que más que una crisis institucional el problema del Barça es que la plantilla de fútbol ha dejado de ganar y de ahí que no sepa adivinar donde está el problema. Gaspart debería saber que hoy no se discute la manera de jugar, siempre sometida al azar, sino sobre una forma de mandar.

Falto de mando y contenido, devaluado y endeudado, el club corre ahora el riesgo de pudrirse, incapaz de asumir el reto que le dio vida: "Puede que a menudo no seamos los primeros, pero siempre procuraremos ser los mejores".

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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