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Crítica:ELISEO PARRA | FOLK
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Tradición sin límites

Cuenta Eliseo Parra que pasó de enamorarse de Paul McCartney a profesar la mayor de las simpatías por Agapito Marazuela, el gran dulzainero de Segovia. El universo musical en el que ahora se maneja el cantante vallisoletano constituye, en efecto, una revelación deslumbrante para cuantos pensaron que el folclor peninsular era cosa rancia, vetusta y anodina.

Desde sus Tribus hispanas (1997), el de Sardón de Duero parece instalado en un permanente estado de gracia: ha afianzado un timbre de voz precioso, maneja un repertorio sorprendente (a veces hipnótico, otras intensamente lírico) y despliega algunos de los arreglos más imaginativos que conoce la música popular de este país. Por si fuera poco, y como buen animal de escena, desprende sobre las tablas una fuerza vital como ningún soporte fonográfico puede aprehender.

Eliseo Parra

Eliseo Parra (voz, panderos), Xavi Lozano (flautas, saxos, armónica, efectos), Eduardo Laguillo (teclados, armonio), Josete Ordóñez (guitarra, mandola), Peter Oteo (bajo), Pablo Martín (percusiones), Aleix Tobías (percusiones). Café Central. Madrid, 11 de diciembre

Golosinas varias

Anda presentando Eliseo su reciente Viva quien sabe querer, un disco que incluye algunas golosinas irrefutables: la pícara El brillante, la romántica L'havanera, el cante onubense de El pino o el reiterativo Reloj de Valdetorres, donde cada una de las doce vueltas siempre suenan distintas. Pero la joven criatura discográfica tendrá sucesora a no mucho tardar. Se escucharon ya hasta tres piezas inéditas, entre ellas un Río verde asturiano cuya regocijada estructura remitía -salvando las distancias- a los tiempos del rock sinfónico. Así de imprevisibles son las cosas, en nuestra música popular, tras la feliz abolición de los prejuicios.

Asumidas y revisadas las enseñanzas de los mayores, artistas como Parra han revelado un colosal torrente de posibilidades. Y a esa intensa sensación liberadora no es ajeno el trabajo de músicos como el excéntrico Xavi Lozano, capaz de soplar cualquier cosa que se lleve a la boca (incluidas sus ya célebres habilidades con la muleta), o Josete Ordóñez, que desde los tiempos de Elementales viene mostrándose como guitarrista y cantante bien talentoso.

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