_
_
_
_
Entrevista:ANA ROSA GÓMEZ MORAL | Miembro de Gesto por la Paz y directora de su revista

"Vamos por el camino contrario a la reconciliación"

Javier Rivas

Medita mucho cada respuesta, buscando en sus silencios precisar lo mejor posible sus palabras. Desde 1989, Ana Rosa Gómez Moral (Orduña, 1964) es miembro de Gesto por la Paz, la coordinadora pacifista cuya revista Bake hitzak - Palabras de paz dirige y que acaba de cumplir diez años.

Pregunta. Una década de Bake hitzak. ¿Cómo ha evolucionado Gesto en estos años?

Respuesta. Los postulados de Gesto siempre han sido los mismos, tratando de ajustar esa idea desde la prepolítica a los nuevos acontecimientos. Pero las líneas fundamentales son las mismas ahora que cuando nació hace 17 años y siguen siendo igualmente válidas.

P. ¿Y cómo ha cambiado la sociedad vasca, en relación con la violencia y las víctimas?

"No creo que hayamos sido tibios al analizar las razones de la violencia"
"No sé si la sociedad es suficientemente consciente del problema de los amenazados"
Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

R. Si uno de los fines cuando se fundó Gesto era provocar la movilización de la ciudadanía y que no permaneciera impasible ante la violencia, ese fin está cumplido con creces. En este tiempo, y sobre todo desde el 97, con lo de Miguel Ángel Blanco, han salido otros movimientos, igualmente legítimos, que tienen sus diferencias. Gesto siempre ha huido de movilizaciones que hicieran diferencias entre unas víctimas y otras; siempre ha hecho lo mismo por cada muerte en relación con la violencia política en Euskadi. Hay otras movilizaciones igual más puntuales o que aprovechan más las expresiones del momento. O son movimientos que se han definido tomándonos como referencia y resaltando lo que consideraban negativo de Gesto. Han extrapolado el que nuestra expresión sea silenciosa para decir que callamos, cuando la expresión de nuestro pensamiento ha estado bien clara siempre.

P. Se les ha acusado de tibieza, de no ir más allá de la denuncia de los efectos de la violencia, hasta sus razones. ¿Cómo responde?

R. No creo que hayamos sido tibios al analizar las razones de la violencia. Hasta el 97 sólo existía Gesto y si alguien o algo provocó aquellos acontecimientos fue lo que había antes y no lo que ha surgido después con aquella estela, arrogándose igual el nombre de Ermua y lo que ocurrió. La diferencia entre Gesto y estos nuevos movimientos es que ellos añaden un componente político a su reivindicación, defienden la Constitución y el Estatuto como únicos instrumentos válidos. Gesto siempre ha dicho que Constitución y Estatuto son instrumentos válidos que han servido para la convivencia hasta ahora y que no se pueden sacrificar en aras de ideales que no sabemos cuáles son. Pero eso no quita para que pudiera haber otros que también podrían ser igualmente útiles. Lo que no quiere decir que todo lo que se proponga pueda ser útil. Ni los nacionalistas pueden esperar que los no nacionalistas dejen de serlo ni al revés. Aunque los proyectos sean incompatibles, lo que tiene que ser compatible es la convivencia. Los proyectos que conciten la adhesión mayoritaria de la población y se demuestre que facilitan esa convivencia respetuosa con cualquier idea, que sean bienvenidos.

P. ¿Cree que el mensaje de Gesto contra todas las muertes no se ha entendido?

R. Es un mensaje muy dífícil de explicar y muy fácil de criticar. Si tú dices "Gesto equipara a víctimas y verdugos", en una frase lo has desbaratado. Cuando nos manifestamos cuando un etarra ha muerto por su propio delito no estamos aplaudiendo la violencia. Símplemente nos estamos doliendo por la pérdida inútil de una vida. La satisfacción por que una víctima potencial se haya salvado no debe significar alegría por que un etarra haya muerto. Y es una manera de decir a quienes ejercen la violencia que hay otras formas de luchar por sus ideas y que éstas no merecen su muerte.

P. ¿Gesto debería haber hecho un discurso más político?

R. Creo que es adecuado el que tenemos, sobre todo porque Gesto es como una microsociedad y tiene la virtud de ser más plural. Lo que consigue Gesto es que la gente esté unida en su rechazo a la violencia y salva todas las diferencias ideológicas en su seno. Es nuestro mayor tesoro. En el momento en que Gesto tuviera un posicionamiento político, estaría dividido como está la sociedad.

P. ¿La sociedad hace lo suficiente en apoyo de las víctimas y los amenazados?

R. Es un poco decepcionante aún. No sé si la sociedad es suficientemente consciente del problema, pero la reacción social, desde nuestra experiencia, muestra que la gente todavía no está muy sensibilizada. La sensibilización siempre va pareja a la identificación que sientan las personas con los amenazados o con las víctimas. Como la gente de la calle, digamos, no se ve en los grupos de amenazados, no se sensibiliza tal vez.

P. ¿Qué piensa cuando oye ahora a las instituciones reconocer el silencio que han sufrido tanto tiempo las víctimas?

R. Es un reconocimiento tardío, pero positivo. Igual las instituciones han ido por detrás de la sociedad civil. Si ahora las víctimas reciben mucho más apoyo social habría que extender eso hacia atrás, para que la gente que no tuvo ese reconocimiento sienta el de ahora como propio. En cualquier caso, las víctimas son la consecuencia irreparable, que no va a tener remedio ni cuando deje de haber violencia. Todo lo que se haga será poco, pero aún así hay que hacerlo. Aparte de reconocimientos, indemnizaciones y todo lo que es material, hay que buscar un sentido a las víctimas para que no se queden ahí como un residuo, sino para darles un valor, que debe ser el convertirlas en la primera razón para estar contra la violencia.

P. ¿Cabe la reconciliación en Euskadi?

R. (Largo silencio). Cabrá si trabajamos para que quepa. Hoy diría que no. Hoy diría que incluso vamos por el camino contrario. Sin embargo, a veces el conflicto aquí me parece tan artificial que quiero creer que, una vez se acabe la violencia, es como si se nos fuera a quitar un peso de encima que propiciaría la reconciliación. No hay tantas diferencias insalvables.

P. ¿En ese camino contrario a la reconciliación quienes serían los culpables?

R. A veces, todos en una medida u otra. Es muy difícil la reconciliación cuando todavía hay violencia. Tal vez lo que más se puede hacer ahora por la reconciliación es trabajar para que no haya más división o que vayamos hacia una ruptura social. Estos bloques que se tratan de presentar y que amenazan con esa ruptura, desde mi punto de vista no son tan férreos. Siempre que hagamos una raya nos vamos a dejar parte de nosotros mismos en el otro lado.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Javier Rivas
Forma parte del equipo de Opinión, tras ser Redactor Jefe de la Unidad de Edición y responsable de Cierre. Ha desarrollado toda su carrera profesional en EL PAÍS, donde ha trabajado en las secciones de Nacional y Mesa de Cierre y en las delegaciones de Andalucía y País Vasco.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_