Navarra como nación
En estos días de foralidad exaltada nos aborda una barahúnda de artículos de opinión, editoriales, manifestaciones varias en torno al Día de Navarra y por extensión al genio, obra y hechos de Francisco de Javier. En lo tocante a éste último, no añadiré nada a lo ya dicho hasta la saciedad sobre este gran humanista navarro. Tan sólo deseo verter unas líneas que puedan contribuir en algo al significado de navarridad,navarrismo, en fin, ese trasiego de terminología variopinta que nuestros políticos y fuerzas vivas tanto gustan de utilizar y manosear.
Tal vez mi opinión propicie un debate más centrado acerca del ser y sentir de mi patria. Un sentir que a buen seguro no será del agrado de las corrientes políticas mayoritarias, eterna quintaesencia del quintacolumnisno español ni tampoco de los postulados defendidos por el llamado vasquismo.
Es un sentir que no responde a los intereses de unos y otros, y no es otro que el convencimiento de Navarra como nación; una nación que habla en castellano, vasco y francés; una patria abierta y no excluyente, tolerante y culta, conocedora de su pasado y atenta a su presente y futuro. Que unos y otros dejen de manipular la historia en su provecho, pues si ésta nos dice algo claro es lo que reafirma todo lo expuesto: la idea de una nacionalidad navarra cuyo último referente es ella misma insertada en un marco sobre el cual sólo a su ciudadanía corresponde decidir.
