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Tribuna:DEBATE SOBRE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Tribuna
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Televisión ¿culpable o inocente?

La sociedad está en crisis y anda buscando culpables y, como la televisión goza de una excelente mala fama, ganada a pulso abusando de los contenidos banales y degradantes, ya tenemos la culpable, la Televisión. Pero de verdad, ¿es culpable de todos los males?, o por el contrario es inocente y por tanto no debe cambiar nada.

Este debate simplista es muy antiguo y suele ser provocado por los poderosos que cuando quieren eludir su responsabilidad ante problemas complejos, les basta con afirmar que son inocentes y buscar un chivo expiatorio. Lo lamentable es la abundancia de aliados bienintencionados, probablemente asustados por la gravedad de los males, y la intervención de supuestos científicos que sin ninguna prueba concluyente han hallado su solución en censurar los contenidos de la televisión.

La actualidad nos sirve ahora un ejemplo de esta lógica. Cínica, aunque inteligente, resultó la defensa parlamentaria del presidente Aznar rehuyendo su responsabilidad en el desastre del Prestige (¡vaya sarcasmo de nombre!). ¡Claro que el gobierno no es culpable del desastre!, pero ¿quiere eso decir que es completamente inocente?, ¿no es responsable, siquiera en parte, de la tolerancia hacia los "piratas" del mar?, y en cualquier caso, ¿será responsable, al menos, de proteger a los ciudadanos de las consecuencias del mismo? Así pues, sin ser culpable el gobierno, es responsable de la solución del problema, pues al fin y a la postre es a quien hemos dado los recursos para protegernos, así que tampoco es completamente inocente. Los culpables que los busquen con posterioridad a la solución del problema, y que paguen a cargo de los cuantiosos beneficios que les reporta este tráfico indigno.

Hasta ahora, nadie ha demostrado científicamente la relación entre violencia en la televisión y violencia infantil, y menos, que la chabacanería y el mal gusto en algunos programas de televisión hayan provocado la llamada "crisis de valores" de nuestra sociedad. Así, las cadenas de TV se defienden diciendo que los males sociales son anteriores, y que la televisión es solo su reflejo, ya que si el público consume de forma abusiva programas banales y degradantes, es porque quiere, pues a la misma hora, en abierto y gratuito para todos, hay programas dignos y constructivos que sólo degustan una minoría.

Lo mismo dicen las empresas tabaqueras: ¿es que acaso no son libres los ciudadanos para fumar o no fumar? Si estas empresas durante años han promovido el consumo de un producto tóxico, e incluso añadido en algunos casos productos adictivos para obtener mayores beneficios, su actitud me parece cínica y, patética la de ciudadanos que pretenden lucrarse de su desgracia y, apropiada por el contrario, la del gobierno andaluz que primero ha exigido a dichas empresas, pese a tener pruebas de su actuación culpable, que paguen en parte los gastos sanitarios causados por su lucrativa actividad y sólo cuando se han negado, ha acudido a los tribunales en defensa de nuestros intereses, asumiendo la responsabilidad que le corresponde.

En todo problema social las causas son múltiples. Nunca lo había visto tan claro como en el articulo La violencia en televisión, del profesor Fermín Bouza, el pasado miércoles, 27 de noviembre, en EL PAÍS, y desde luego, la mayoría de las causas son estructurales y derivadas de la injusta estructura social en la que nos hemos acostumbrado a vivir; pero ¿quiere eso decir que la televisión es inocente y por tanto no tiene que hacer nada? pues, yo creo que tampoco es eso.

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La televisión es hoy el gran entretenimiento social y la consumimos en relación directa a la edad, la soledad y la pobreza. Para la mayoría de las personas es la segunda actividad en la que se ocupa más tiempo tras el sueño, nunca en la historia de la Humanidad una única actividad de ocio, tan pasiva, había ocupado tanto tiempo. Y, digo yo que ello será debido, al menos, a dos causas: al exceso de tiempo libre y al indudable atractivo de la programación televisiva.

Por otro lado, aunque se discuta su influencia real en las personas y sus valores, todos están convencidos de su utilidad para difundir mensajes, sean políticos, comerciales o de otro tipo.

Pues bien, por más que griten los acusadores, la televisión no es "el toro que mató a Manolete", aunque, puede ayudar a la sociedad a resolver los problemas que le preocupan, asumiendo su responsabilidad que deriva principalmente del uso abusivo que de ella hacen la mayoría.

Las empresas audiovisuales y quienes trabajamos en ellas debemos poner nuestra inteligencia al servicio de la sociedad para ayudarle a resolver los problemas que le preocupan mediante la autorregulación, antes de que los poderosos implanten medidas simplistas que no resuelven nada.

Juan María Casado presidente de ATGEA (Asociación de Titulados en Gestión de Empresas Audiovisuales).

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