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Reportaje:

La inmunidad de los mayordomos

Absuelto otro sirviente que vendió joyas de Diana de Gales

Gran Bretaña parece haberse convertido en el paraíso de los mayordomos con carta blanca. En un país en el que el imaginario agente secreto 007, siempre al servicio de la reina, tiene licencia para matar, algunos se preguntan si los mayordomos al servicio de la reina y su familia tienen licencia para robar. Y es que un juez absolvió ayer de la acusación de robo a Harold Brown, de 48 años, otro antiguo mayordomo de Diana de Gales, sin siquiera empezar el juicio. Es la segunda absolución de un mayordomo real en menos de cinco semanas.

Una vez más planea la sospecha de que los Windsor son los principales beneficiarios de la absolución del mayordomo, como ocurrió hace un mes al quedar libre de sospecha Paul Burrell. Aunque esta vez no parece que haya violaciones y orgías sólo para hombres dentro del armario, la suspensión del juicio -el fiscal pidió que se retrasara pero el juez forzó la absolución- ha evitado que se haga la luz sobre la facilidad con que las joyas y otros regalos que no son del gusto de la familia pasan de la realeza al servicio y del servicio a los joyeros de la ciudad.

Brown declaró en su día que tenía permiso de su colega Burrel para quedarse con las joyas de la princesa

La absolución del mayordomo que vendió las joyas y del joyero que las compró no se debe a que el juez haya concluido que Brown no se las llevó de la residencia de la princesa muerta. Ni siquiera se ha desmentido que el mayordomo las vendió. Lo único que ha ocurrido es que Brown declaró en su día que tenía permiso de su colega Paul Burrell para quedárselas. Y ya se sabe que, tras el súbito ataque de memoria sufrido por la reina Isabel días antes de que Burell prestara testimonio en el juicio que se seguía contra él, cualquier acusación de robo pierde consistencia si Burell lo sabía. Porque eso significa que la reina lo sabía. Y eso significa que ya no hay delito. Carta blanca.

La historia empezó esta vez cuando alguien oyó una llamativa conversación en un pub de Mayfair, el selecto barrio del centro de Londres, sobre cómo había llegado hasta las vitrinas de Spink and Son un palmo y medio de oro y plata en forma de dhow (un clásico velero árabe) que el emir de Bahrein había regalado a Carlos y Diana de Gales por su matrimonio. El misterioso oyente trasladó la información al MI6 y el caso acabó en manos de Maxine de Brunner, detective inspectora jefe de Scotland Yard, famosa por sus torpezas en el caso Burrell.

También esta vez Maxine cometió algunas pifias, como valorar el barquito en medio millón de libras (785.000 euros) cuando luego se supo que Brown lo había vendido por el equivalente a 1.900 euros y la joyería, tras reparar sus desperfectos, lo puso a la venta por sólo 47.000 euros. Pero al menos esta vez la detective sí demostró que los objetos que habían pertenecido a la princesa fueron vendidos por su mayordomo. Se trata de un broche con diamantes en forma de narciso, un broche con esmeraldas y diamantes, un par de pendientes y el famoso dhow.

En sus declaraciones policiales, el mayordomo Brown asegura que el barco le llegó a través de Burrell, que las otras joyas se las dio Diana y que incluso en vida de la princesa llegó a vender la bandera del dhow -la joya más preciada del buque- por unas 4.000 libras que se fueron al bolsillo de la princesa.

Y aquí empieza la parte más delicada del asunto para la familia real: el mercadillo de objetos de segunda mano que mueve el servicio nutriéndose de los regalos desechados por sus amos. El príncipe Carlos, que asegura que nunca regaló otra cosa a su personal que no fueran botellas de champaña y los trofeos que ganaba jugando al polo, ha quedado en evidencia al saberse que el abogado de Harold Brown guardaba entre las pruebas una ilustrativa nota de puño y letra de Carlos que reza así: "Aquí hay un muy buen anillo de boda de oro que le puede ser útil a alguien en la oficina". Esa nota le puede ser muy útil también al secretario privado del príncipe, sir Michael Peat, encargado de investigar ese tipo de transacciones.

Harold Brown, antiguo mayordomo de Diana de Gales, al abandonar ayer el juzgado de Londres donde resultó absuelto.
Harold Brown, antiguo mayordomo de Diana de Gales, al abandonar ayer el juzgado de Londres donde resultó absuelto.REUTERS

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