_
_
_
_
Crónica:FÚTBOL | Duodécima jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Un impetuoso Osasuna se merienda al Atlético

Mal partido de los de Luis Aragonés, que no encontraron respuesta al diseño y la actitud decidida del rival

Fiel a su idiosincrasia, el Atlético dio su peor imagen a las puertas de su mejor recompensa. Venía de encontrar al fin su alineación, de jugar más o menos bien y de sumar puntos. Tantos, que de haber ganado ayer, estaría ahora en puestos de Liga de Campeones. Pero perdió. Y se lo ganó a pulso. Osasuna se lo zampó con un diseño lleno de trampas tácticas y una actitud más acorde con el que pretende ganar. Cerró las vías de juego al Atlético, se dejó la vida en cada pelota y esperó su momento para marcar. Llevó el partido al escenario que quería, hasta el juego trabado, y supo actuar como requería la ocasión. El Atlético, no.

En el primer tiempo, el Atlético no supo quitarse de encima a Osasuna, que le arrojó un planteamiento incomodísimo. Como primera medida, los navarros pusieron el aliento cerca de los actores principales del rival, a los que negaron un segundo de tregua. No sólo para pensar, ni siquiera para recibir. El caso es que el Atlético vivió esa fase de espaldas a la pelota, que o volaba por el cielo o estaba siempre en botas del local. Y así, no hubo noticias de Stankovic, de Correa, de José Mari, de Fernando Torres...

OSASUNA 1 - ATLÉTICO 0

Osasuna: Sanzol; Izquierdo, Mateo, Cruchaga, Antonio López; Rivero, Pablo García (Puñal, m. 56), Alfredo, Moha (Gancedo, m. 80); Aloisi e Iván Rosado (Palacios m. 83). Atlético: Esteban; Aguilera, Coloccini, Hibic, García Calvo; Albertini, Movilla (Emerson, m. 77); José Mari, Correa (Jorge, m. 42), Stankovic; y Fernando Torres (Dani, m. 56). Gol: 1-0. M.62. Rivero recibe la pelota dentro del área, amaga a García Calvo y conecta un derechazo fortísimo al que Esteban no sabe responder. Árbitro: Ramírez. Mostró tarjeta amarilla a Aguilera, Alfredo e Hibic. 14.490 espectadores en El Sadar.

Más información
Continuos enfrentamientos entre los 'ultras' de ambos equipos

Tampoco muchas de Albertini -flojísimo partido el suyo- y Movilla, tan rodeados siempre de rivales que no acertaron a poner en movimiento al equipo. Y además, no conseguían contener al contrario, que superpobló su zona para dejarles siempre en inferioridad y ganarles así el territorio donde se cuecen las victorias o las derrotas. Se les acumulaba el trabajo a la pareja de mediocampistas del Atlético, pero nadie acudió en su ayuda. Ni Correa cuando Pablo García se retrasaba unos metros para lanzar los ataques, ni los centrales cuando Aloisi o Rosado caían desde la punta a la zona de entrelíneas. Cada equipo tenía el mismo número de jugadores sobre el césped, pero Osasuna siempre pareció disponer de más, de muchos más.

Sólo al principio, cómo no a la salida de un córner que acabó en un tiro al palo de García Calvo, el Atlético alcanzó la meta de Sanzol. Las demás ocasiones fueron para Osasuna, que, eso sí, se convertía en mantequilla en cuanto pisaba el área. Por eso los de casa no alcanzaron el descanso con ventaja. La movilidad de Rosado, tan suelto que parecía invisible, desnudó al Atlético. Pero la excelencia de sus maniobras moría en el área.

El Atlético necesitaba una cura de emergencia. Luis Aragonés lo intentó con un cambio de cajón -Jorge por Correa poco antes del descanso- y otro del todo inesperado nada más comenzar la segunda mitad: Dani por Fernando Torres, que acababa de estrellar contra la pierna de Mateo un balón suelto en el punto de penalti.

La primera sustitución cambió el aspecto del Atlético -Jorge pasó a la banda derecha y José Mari a la media punta-, que amagó con meterse en el partido. Osasuna dio señales de perder oxígeno, y el Atlético descubrió al fin la manera de verle la cara a la pelota. Pese al sacrilegio que representaba -El Niño no había existido, pero su repertorio invita a tenerle paciencia-, también mejoró el quipo visitante tras el segundo cambio, que dejó a José Mari en punta y a Dani de enganche.

Se creía ya en el buen camino el Atlético, pero fue entonces cuando Osasuna le abofeteó. Un balón llegado desde la banda -el Atlético sufrió en cada cambio de juego que le tiró Osasuna- dejó a Rivero con el balón en una esquina del área con toda la pinta de una simple visita más. García Calvo estaba delante y no había ningún compañero suelto para regalarle el pase. Así que el osasunista amagó al central, soltó un derechazo muy fuerte y marcó. Dio la sensación de que Esteban pudo hacer más, pero le vino un obús.

El gol en contra dejó tocado al Atlético, que vivió diez minutos a tiro de sentencia. Logró superar el trago, pero no hacerse con el partido. Osasuna no tuvo problemas para manejar el resultado. Perdió el ímpetu para ahogar al Atlético, pero aun sin la anticipación del primer tiempo supo cerrarle las vías por donde entrar.

Y eso que Pablo García, junto a Alfredo y Rosado, el responsable principal del dominio de Osasuna en el centro del campo, tuvo que irse del campo tras doblarse solo el tobillo de mala manera. Sin el uruguayo, el Atlético tuvo más la pelota, la única manera de que saliera a la luz su mejor arma de las últimas citas. O sea Stankovic, al que un invento de Aguirre -el lateral Izquierdo, con el que no había contado en toda la temporada- le había condenado a una pesadilla de tarde. El serbio pudo asomar al final algún centros de rosca -uno de ellos acabó con un extraño cabezazo de Aguilera al larguero-, pero ni por ésas a Osasuna se le escapó el triunfo de la mano. Lo mereció: supo llenarle de trampas tácticas al rival y comérselo por una actitud más decidida y enérgica. Devolvió al Atlético a su peor versión. Ayer en El Sadar fue un equipo menor.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_