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Reportaje:

Gitanas con fuerza

Mujeres de la etnia calé destacan la educación como clave para su avance social

Nieves Heredia y Belén, Rocío y Joaquina Cortés están orgullosas de ser gitanas. Han alcanzado un nivel social y cultural por encima de la media dentro de su etnia. No hay datos sobre el grado de formación de las integrantes del colectivo, pero saben que son una excepción dado la doble discriminación que padecen, como mujeres y como minoría racial. Belén Cortés es licenciada en geografía; su hermana Rocío, responsable de una empresa con 40 trabajadores; Nieves Heredia, pintora y Quina Cortés, dirigente de una asociación de mujeres.

Pero antes que verse como excepción, ellas prefieren considerarse un ejemplo. Una demostración palpable de que su avance social es posible. "La mujer gitana es el motor de una cultura y la que está bien preparada tiene mucha fuerza y no hay quien la pare", reflexiona Belén. Ella, con su locuacidad y su firmeza, es una prueba de esa fuerza.

Las demás no le van a la zaga. Nieves es mucho más tímida, pero no se queda atrás a la hora de analizar un prejuicio de su propia cultura, que frena las posibilidades de formación: "Puedes estudiar y seguir siendo gitana". En su colectivo existe el temor a que el acceso a niveles más altos de la educación suponga una pérdida de la identidad cultural. Belén tercia: "Hay que echar abajo ese mito. La formación es la única manera de ser libre. La mujer gitana tiene que estar preparada, es fundamental, y no por eso deja de ser gitana. Pero tiene un precio. Hay años en los que se te mezclan dos mundos y sientes que no perteneces a ninguno. Además, te lo tienes que currar porque mientras los padres no gitanos quieren que sus hijas estudien, en el caso de los gitanos a veces es al revés. Pero la formación es la mejor herencia que te pueden dejar".

Las reflexiones fueron hechas durante unas jornadas organizada por la Fundación Secretariado General Gitano para analizar la situación de las mujeres. En el encuentro, dos investigadoras plantearon que las integrantes del colectivo no solo padecen esa doble discriminación, sino el paternalismo de las instituciones y de su propia cultura. Además, distinguieron entre las mujeres que están en situación de exclusión social viviendo en guetos, las que están en barriadas de riesgo social con posibilidad de "caer en el gueto" y las normalizadas. "Los problemas son diferentes según las zonas", aclararon.

Francisco Pomares, coordinador de la fundación, instó a las gitanas más aventajadas a salir de ejemplo porque "los gitanos necesitan referentes, es una revolución que tiene que venir desde dentro". Una gitana que participaba en las jornadas lo había dicho así de claro minutos antes: "Arrastramos una situación de pobreza de muchos años. Por eso, los que estamos en una situación más aventajada debemos luchar por los demás". Para ello, reclamaron el apoyo de las instituciones.

Una madre que andaba por allí, orgullosa de que su hija hubiera llegado más lejos que ella, pedía sin tapujos: "Queremos que nos den la oportunidad de demostrar lo que valemos y que no nos cierren las puertas por ser gitanas".

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