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El Teatro Principal acoge una exposición de programas y carteles que reflejan la vida de Castellón entre 1894 y 1916
Cuando, a finales del siglo XIX y a principios del XX, un hecho alteraba la cotidiana vida de una ciudad media, todo se alteraba. También el arte. Y las representaciones teatrales. La afección de distintos hechos ocurridos en Castellón entre 1894 y 1916 podrían ser difícilmente mensurables de no contar con los testimonios, las crónicas y relatos de quienes lo vivieron. En cualquier caso, la exposición que hasta el 6 de enero se muestra en el Teatro Principal de la capital de La Plana también ofrece una muestra de cómo vivían los castellonenses el paso de la historia.
La organización de representaciones benéficas, circo, zarzuelas y conciertos se plasmaban en programas de mano y carteles que un hombre, Bautista Gaudí Marco, tuvo la delicadeza y la paciencia de recopilar.
Gaudí, dicen que sobrino del arquitecto catalán, fue, entre otras cosas, el jefe de los trabajadores del teatro y conservó cuidadosamente los programas en los que se anunciaban las funciones del Teatro Principal de Castellón. La colección fue comprada en 1999 por la sociedad mixta Castellón Cultural que estos días los ha sacado a la luz con motivo de la celebración del tercer aniversario de la rehabilitación del teatro.
Su recopilación muestra no sólo los devenires políticos -desde los cantares ensalzadores de la patria hasta la internacional- y los actores de moda, sino algo tan supuestamente ajeno al teatro como los transportes. 'Con el fin de complacer a los señores forasteros la empresa dispone un tren de regreso', dice uno de los programas de principios de siglo. Era La Panderola, que realizaba viajes especiales a El Grao, Almassora y Vila-real para satisfacer la avidez cultural de sus vecinos.
La comisaria de la exposición, Fátima Agut, explica que Castellón, una ciudad que a finales del XIX contaba con apenas 25.000 habitantes, era un lugar 'perfecto' como parada para las grandes compañías que viajaban de Barcelona a Valencia. Así, ilusionistas, ventrílocuos, grandes montajes, grandes compañíasy ,cuando llegó, el cine, pasaron por el centenario edificio. 'Precios, los de costumbre', dice otro de los programas, que reflejan también la evolución en las horas de representación, las tipografías o los elementos, en su mayoría modernistas que los adornaban. En la primera década del XX la gran novedad fueron los 'ventiladores eléctricos' y las sesiones de cine 'combinación cinematógrafo y fonógrafo (con patente de invención en América y Europa)'. Unos años después la programación del Principal refleja la enorme vida cultural de Castellón, con centenares de funciones, los primeros conciertos de la Filarmónica, con Rubinstein como protagonista, o las apariciones de 'la Xirgu'. El Búho, de Max Aub, Nuestra Natacha, Valle Inclán, Cervantes e incluso, ya, Alberti, fueron algunos de los autores cuyas obras se representaban en Castellón.
'La sala se perfuma diariamente con productos Astra', advierte otro de los programas en la misma época en la que se instaló un café dentro del recinto, con lo que dejaron de 'dar salidas' con el fin de que los espectadores realizaran sus consumiciones en el local recién habilitado.
A través de estos carteles se puede hacer un inventario de las imprentas que ha tenido la ciudad, los diseños gráficos de moda, los colores, la calidad del papel, el tamaño, la importancia de la fotografía, los reclamos publicitarios, los logotipos, qué obras y compañías tenían más éxito porque repetían funciones, los homenajes. En el fondo, son papel que reflejan bastante más que teatro.
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