El silencio de Escocia

Está enfrascado en la preproducción de su próxima película, Hormigas en la boca, y además, dirige un taller de guión e interpretación. Con tanto ajetreo, ¿le da tiempo de viajar?Bueno, me cojo vacaciones. Este último verano he estado en Escocia. Un lugar en el que se puede encontrar algo que en España hace mucho tiempo que no existe, si es que ha existido en algún momento.

Desvele el secreto.

Pues el silencio.

Bueno, en España, en el campo, también hay silencio.

Sí, pero en Escocia es en el campo, en las ciudades, en los bares... Se escucha el silencio. Como buenos nórdicos, saben celebrar cuando tienen que celebrar, pero el resto del tiempo prefieren la tranquilidad. Como decía Machado: 'Si cada español hablase de lo que entiende, y de nada más, habría un gran silencio que podríamos aprovechar para el estudio'. Eso ocurre en Escocia.

Bueno, pero no todo será estudio, ¿no?

El Festival de Edimburgo es uno de los acontecimientos que toda persona debería vivir. La ciudad es una explosión de cultura y ganas de crear por todos lados.

¿Y cuando el festival se termina?

Hay mucho que ver en Escocia. Desde Glasgow hasta una de las islas Hébridas que se llama Mull, y Oban, un pueblito donde hay un teatro perdido en el que se hace una programación increíble.

¿Cuál ha sido su viaje más insólito?

Al Polo Norte en un barco de Greenpeace para rodar un documental. Fuimos a la isla de Novaya Zemlya, en la que el antiguo ejército soviético hacía maniobras militares. El suelo estaba lleno de tornillos, cables, chatarra: fue esespeluznante. Los termómetros que miden la radiactividad se disparan allí.

Y sus dos ciudades más acogedoras, ¿Cuáles son?

Dos opuestas. Nueva York, una inyección de cultura, y el tranquilo Marraquech en invierno.