Un trío de excepción
Dentro de la línea exigente que sigue el Liceo de Cámara, hay ocasiones en las que el nivel se alza hasta lo excepcional. Ejemplos recientísimos: los dos programas beethovenianos interpretados por tres estrellas, unidas en trío, de gran magnitud: el pianista Christian Zacharías (1950), el violinista Frank Peter Zimmermann (1956) y el chelista Heinrich Schiff (1952). Nombres de hoy que renuevan la tradición de tríos fuera de serie, tal los históricos de Cortot, Casals, Thibaud; de Heifetz, Rubinstein, Piatigorski, o de Richter, Oistrakh y Rostropóvich.
Los tres tríos de la Op. 1 (1793-1795), los de la Op. 70 (de 1808) y el denominado Archiduque por su dedicatoria a Rodolfo, el gran protector de Beethoven, nos dan en tres capítulos significativos la evolución del pensamiento, la estética y la técnica beethoveniana desde esta forma y combinación instrumental tan atractiva como permeable. Pero si la interpretación del compositor de Bonn presenta siempre dificultades y hasta enigmas, en el caso de estos tríos iniciados cerca del maestro Haydn y culminados en ese gran milagro de belleza que es el Archiduque, exige especiales dotes de comunicación, análisis, versatilidad, impulso energético o aliento lírico fuera de cualquier referencia.
Liceo de Cámara
C. Zacharías, piano; F. P. Zimmermann, violín, y H. Schiff, violonchelo. Auditorio Nacional. Madrid, 5 y 7 de noviembre.
Ante lo que hace el que parece único y mágico instrumento de tres unidades, tres ideales sonoros y tres potencias expresivas, logrado por la absoluta identificación de Zimmermann, Schiff y Zacharías, sólo cabe el entusiasmo, la admiración y la gratitud. Hechos musicales de tan superlativo valor, se dan de tarde en tarde y se recuerdan de por vida. El aplauso cerrado e interminable de los 'liceístas de cámara' que colmaron la sala de Príncipe de Vergara queda como testimonio clamoroso de dos jornadas en verdad insuperables e imposibles de explicar con términos de un lenguaje que no sea el de la misma música.