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Reportaje:

'Le debemos la vida a Sebastián'

El patrón del catamarán hundido en Gran Canaria evita una tragedia

Aún llora cuando recuerda el largo minuto y medio que estuvo bajo el agua zafándose de los cabos que le impedían llegar a la superficie. Con su voz cascada, sus manos destrozadas de tanto agarrarse y remar y con muchas preguntas todavía sin respuesta, Pablo Timón, un experimentado surfista grancanario, asegura que los cuatro jóvenes que se quedaron flotando sobre los fuertes listones de madera que unían los dos cascos del catamarán volcado le deben la vida al experimentado patrón Sebastián Miranda Medina: 'No teníamos abrigos, las olas nos pasaban por encima, no había cabos con los que agarrarnos', relata Pablo Timón, 'y Sebastián nos impedía que pensáramos dejarlo todo, que prefiriéramos sufrir unos minutos mientras te ahogas a la incertidumbre de desconocer qué nos iba a pasar; nos daba ánimos, se reía en alto, rescató a una de las chicas... se lo debemos todo'.

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Los siete jóvenes habían salido el pasado jueves desde Las Palmas de Gran Canaria a bordo del Moana II, un catamarán blanco de 12 metros de eslora, para pasar el puente en la costa sur de la isla. Fondearon en Mogán y ahí estuvieron hasta el domingo. Ese día zarparon a las cinco de la tarde con intención de regresar a la capital bordeando la costa noroeste, haciendo escala en La Aldea, donde recogerían a otros dos jóvenes. Nunca llegaron. Apenas una hora después de zarpar, la embarcación se alejó de la costa y se vio sorprendida por un fuerte oleaje. La combinación de fuerte viento y una ola de gran tamaño inclinaron excesivamente el catamarán. 'El viento siguió soplando fuerte y, en menos de ocho segundos, volcamos', relata Pablo Timón con la voz entrecortada. Según su testimonio, todos los aparatos del catamarán 'funcionaban perfectamente', lo que descarta que hubieran quedado a la deriva tras una supuesta avería en los motores y abre una puerta a preguntarse por qué no se activó la radiobaliza. Salvamento Marítimo tuvo conocimiento de este naufragio por las llamadas de familiares al día siguiente.

Ahí quedaron los siete -el capitán, Sebastián Miranda, y los tripulantes Pablo Timón, Montse Alonso Monzón, Maximiliano Alonso Martínez, Vicenta Miranda Medina, Hubert Langlenton y Marta Jiménez- sobre la estructura inferior del catamarán, ahora en la superficie. 'Los aviones pasaban a lo lejos, pero había barcos muy cerca de nosotros que no nos veían'. Otros compañeros relataron ayer que, durante la noche, algunos pensaron en abandonarse a las profundidades y acabar la pesadilla.

Hubert Langlenton y Marta Jiménez decidieron separarse del grupo para ir a buscar ayuda en una zodiac. No repararon que estaban a más de tres millas de la costa y el motor sólo tenía autonomía para una. La fuerza de la corriente y las olas pudieron más que sus esfuerzos a los remos y se adentraron sin rumbo en el océano. Estuvieron 48 horas a la deriva. Un pesquero avistó al primer grupo el lunes a las tres de la tarde. Un helicóptero superpuma del Ejército del Aire los rescató y trasladó al Hospital Doctor Negrín, con múltiples quemaduras y síntomas de deshidratación.

El petrolero chipriota Sylt con bandera panameña avistó la zodiac con los otros dos jóvenes, que a las 8.30 de ayer, martes, fueron evacuados por un helicóptero de Salvamento Marítimo hasta el mismo hospital grancanario. Habían estado más de cuarenta horas a la deriva. Ayer por la tarde fueron dados de alta tras recuperarse de una leve hipotermia.

Uno de los tripulantes que naufragaron, tras ser rescatado.
Uno de los tripulantes que naufragaron, tras ser rescatado.EFE

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