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LA CRÓNICA
Columna
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Echenique con trufa

- Trufa.. La trufa blanca es un vegetal a medio camino entre las setas y los tubérculos que crece bajo tierra y que se encuentra principalmente en bosques de encinas, robles y avellanos en esta época del año. No en todas partes, por supuesto. De hecho, más bien en pocas, en una de las cuales, la comarca norteitaliana de Alba, prácticamente viven de ello. En cuanto empieza el otoño, cerdos y perros (con sus correspondientes amos) se lanzan a hocicar los bosques en busca de lo que los gastrónomos llaman el 'diamante vegetal', menos abundante todavía que su hermana menor, la trufa negra. Para los gourmets una y otra vienen a ser algo así como una droga, no sólo en lo sensitivo, sino también en lo económico. La negra ahora mismo ronda los 480 euros el kilo, y la blanca, cuya pieza más vistosa de la temporada se adquiere en subasta, puede alcanzar los 6.000 el kilo.

Bryce Echenique entre trufas blancas servidas por Semon. El escritor ha decidido vivir en Barcelona, ciudad que le parece civilizada

Los desorbitantes precios de este alimento se deben no sólo a su peculiar sabor y rareza, sino también a la magia y el misterio que rodean su introducción en la cocina. Una leyenda relacionada con la mitología griega cuenta que unas mujeres ofendidas por el dios Adonis le cortaron los testículos y los enterraron, y que de ellos nacieron precisamente las trufas. En la antigua Roma era conocida, cómo no, por sus cualidades afrodisíacas, y los médicos la recetaban contra la impotencia masculina. En la Edad Media, aún más cómo no, llegó a ser considerada un producto diabólico por el hecho de nacer bajo tierra. Pero el Renacimiento la revalorizó y nunca faltaba en los banquetes, como no podía ser de otra manera, de la familia Borja.

- Echenique. Alfredo Bryce Echenique es un escritor peruano que se acaba de embolsar los 100 kilos (en pesetas) del Premio Planeta por la novela El huerto de mi amada, y en vez de adquirir 100 kilos de trufa blanca, lo que ha hecho ha sido comprarse un piso en Barcelona. En el Eixample, concretamente en la zona Sepúlveda-Viladomat (tal como está el patio, en la zona Girona-Consell de Cent seguramente no le habría llegado). El piso es espacioso, tranquilo y soleado, ideal para escribir, cosa que en Lima, al parecer, resulta cada vez más dificil. Vista la promoción de la ciudad que el escritor viene haciendo en público en las últimas semanas, la prestigiosa casa de comidas Semon tuvo la magnífica ocurrencia de ponerle en contacto con algunos representantes de la sociedad civil barcelonesa. Aprovechando la temporada, la señora Maria Vidal mandó confeccionar para la ocasión un menú a base de trufa blanca, cosa que la sociedad civil agradeció sobremanera.

- Menú. Tosta de panceta de cerdo ibérico con Tartufo Alba, ensalada de finas hierbas con ceps y Tartufo Alba, coca de Tartufo Alba, parmentier de patata rata con yema de gallinita y Tartufo Alba, risotto de Tartufo Alba, cochinillo ibérico con puré y zumo de manzana reineta al Tartufo Alba, granizado de piña con eneldo y Tartufo Alba, gelatina de miel y Tartufo Alba con mató al chocolate. Bryce Echenique mostró interés por la sociedad civil barcelonesa, la trufa blanca y los tintos rioja y penedés, en orden creciente. Como a nadie se le ocurrió preguntarle por sus presidentes de gobierno preferidos, explicó por qué ha decidido instalarse en la ciudad: 'Estos últimos cuatro años en Lima, adonde regresé después de residir en Madrid, han sido muy difíciles. Cuando yo vivía allí de joven, el 20% de la población era urbana y el 80% rural. Ahora las proporciones se han invertido y las ciudades se llenan de gente del campo que, al no encontrar trabajo, terminan por engrosar las filas de la delincuencia'. 'En cuanto llegas a un hotel te dan una serie de consejos, el primero de los cuales es que si te ocurre algo desagradable no llames a la policía (...). Allí ya no se respetan ni las normas básicas de la convivencia. Por no hablar del caos circulatorio, que es descomunal: mandaron llamar a tres ingenieros madrileños, y al cabo de tres días renunciaron al encargo (...). En mi caso, además, la cosa se agrava por eso de que te reconocen por la calle. La fama es una cosa bien incómoda. La fama es lo que me ocurrió al llegar al aeropuerto: anunciaron por los altavoces que acababa de aterrizar el señor Augusto García Vargas, autor del libro Julius y los astronautas. Entonces una multitud se me echó encima y sólo llegué a tiempo de oír una chica que se marchaba, suspirando decepcionada: '¡Bah!, no es Julio Iglesias' (...). El tradicional lavado de banderas en la plaza de Armas ha sido sustituido por el lavado de pañales desde que el presidente reconoció la paternidad de su hija ilegítima (...). En Madrid viví también cuatro años, pero no es una ciudad lo bastante reposada para dedicarse a escribir: los aviones en vez de aterrizar en Barajas parecían tomar tierra en la terraza de mi casa (...). Barcelona ya la conozco de cuando viví aquí cinco años, del 84 al 89, y me gusta por el carácter marinero y porque la gente es tranquila y discreta'. La sociedad civil barcelonesa, que estaba encantada con la trufa blanca, el champaña de casa Semon y Bryce Echenique, en orden decreciente, le objetó que quizá no es una ciudad tan tranquila como parece y que el problema de la inmigración está empezando a tomar dimensiones conflictivas. La respuesta del peruano fue una carcajada: '¿Conflictivas? ¡Pero si ustedes se paran en los semáforos en rojo!'.

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